POlt MANUEL M.
SA..L.AZAR.
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de los aioberanos
y
su rivalidad con el po–
der temporal; 2.
a
el iuterés de .los nobles
y
grandes
señores que
querían
apoderarse
de los
bienes de la
J
glesia; 3.ª la
necesida(l
de poner un Ifmi
te
á
los
abusos que
domi–
naban en elht; 4.ª las preteusioues de los
Obispos
que
veíau
con
di~gusto
que el Pa–
pa. se ingiriese· en
~u
jnrisdicción pasto1'al;
5.ª
la
oposición
del bajo
clero contra
los
fra.iles
que
con
las facultades
y
privilegios
que
les
habían uonoeúido
los
Papas,
le
arrebataban
su _;;tntigua iufiue.ncia en el
pueblo,
y
con ella, las
ofrendas
y
limosnas;
6.ª la
opul~~1cia,
y
vida
m.uudan~
de
los .
Obispos
y
<lel 1 ·
1
~1
ro que escandaliza–
ban
á
las per.., ·
tfü11 orat;.ls;
7~
lai
tenden–
eia1
de
la
naci
t
·te.itatura
que
en
severas
críticas
ce1)
a ignora.noia
y
h<;>lga–
zaneTía de los monjes
y
clérigos,
y
Ja auto–
ridad
de
Ja Iglesia;
8~
Sobre todo
debe
considerarse como causa principal de la
Reforma
la nece::;idad que se había des–
arrollado en
J&,
sociedad de pensar y juz- .
gar
libremente;
e8
decir, el deseo
que
sen~
tía el hombre de emancipar su entendi–
miento
del
poder
absoluto
que le
domina–
ba en el
orden
espil'itual.
Lutero.-Exil:)tiendo las poderosas
cau–
sas que bab1an de
producir
la
Reforma,
so–
lo era necesario un hombre de algunos co–
nocimientos
y
i~esolución.
que aprovechase
el
primer
pretexto para hacer
estallar
el
movimiento; este hombre fué Martín Lute...