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GENERA~.

71

empeños,

incorruptibles

en

todo

lo ·que mi–

raban como

una

obligacion '

sornet~dos

á

las

preocupaciones·

ei1

toda

su

conducta,

ponien–

do las

leyes de

su Orden superiores

á

todas

las demas ,

implacables

en sus enemistades

y

et1

todas

sus

venganzas,

y

humanos

y

ge–

nerosos

para con sus

enemigos

vencidos

6 de–

sarmados ; tales eran

en

gener;tl los Señores,

tos

Gentiles

hombres ,

y

todos

los que

por

su

nacimiento se

inclinaban

á

la

profesion

de

las

armas.

La

di~puta~

Teo16gicas,,..

y

las

g~erras

ele

religion que de

éstas se

siguiéron,

impedían

'

las costumbres suavizarse

tanto como

lo

hubieran

hecho en unos

tiempos mas

pacífi–

cos

y

mas

dichosos. Sin embargo

en

Jnedio

de

las

turbaciones que

agitaban la

Europa,

y

sobre todo

la

Francia,

y

á

pesar

del

fue–

go 'de las guerras

civiles

y

de las

atrocidades

que hacían cometer ,

la

razon se purificaba,

el

orin

de la barbarie

se disipaba insensible–

mente,

y

las ciencias'

principiaban

á

estable–

cerse sobre principios s6lidos. Las leyes las

mas sabias

y

mas Útiles que se hubiesen he–

cho aun

en Francia , pareciéron

baxo

los

reynados turbulentos de Cárlos IX,

y

de

Enrique

III.

Dos · grandes

Magistrados se

halláron

á

la

ca'bcza d.e

los tribunales,

y

pre–

sidiéron en

la administracion de

la

justicia.

Se

ve bien

que

hablamos

del Canciller

oli,..

E 4

vier,

Sigla

'

XVI.