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)
n
que
el
de
probar
si .
era
cierto lo que
Siglo
ian
decir,
y
kaber
vuelto
asombradas de
XVII.
s
mudanzas
que en ellas habian sus dis-
usos
producido.
Sin
embargo ,
á
pesar
de su
extrernada
u)zura
y
su
tierna compasion de las almas
~scarriadas
,
no era una guia
fácil , ni un
irector
c6modo. Conocia muv bien las ver–
a~eras
reglas
de
la
conversion,
y
sabia
~ualmente
quán
importantes son
y
sagra–
a~
para
no _desviarse de ellas. En lo que
1nican1ente
cons.istia
la dulzura
del
S;1nto
hispo
y
su condescendencia
con
las
almas
l~biles
era alentar
á
los
pecadores en la con–
el¡ion
de
sus
faltas, tratarlos con bondad,
, mpadecerse
de
sus penas ,
impedir que
la.
'ergüenza
de
parecer
tales ,
y
quales son,
1
les
tapa~e
la
boca , consolarlos cofl la es–
terlnZa
del
perdon,
apartar. las
espinas
que
tacen, tan
difici les
lo~
primeros
pasos ,
qui–
:u
á
la penitencia
el
horror que causa
á
os principiantes ,
y
ayudar
en
fin
al
hombre
me\'O
á
formarse por todos ]os medios
gue
ma
tierna
caridad
puede
poner
en
u ~ o;
pe–
·o jamas dispensó
á
nadie
lo
esencial
de
la
~nirencia
,
seaun el
espíritu
y
máximas de la.
1
•
~
es1a.
Por los escritos que tenemos su
y
os,
principalmente
por las cartas que
escri-
bi6
á
personas de
todos los estados que se
nabian
sometido
á
su direccion '
se ve quán
adhe-
;