G~NERAL.
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nas proru·nda
~eguridad.
No se necesitaba
.nas que el concurso de ciertas circunstan–
:ias,
Ó
algun suceso que pudiese poner en
:uidado , para _,; declarar unas
dispo~
iéior.es]e que no se recataban ,
y
para encender
!n el
Imperio una llama n1as violenta qui–
~á
que aquellas cuyos estragos ·,no se ha–
bian repa-rado todavía. Sin embargo , la
Re·
ligion tuvo poca parte en
los su""cesos que
:tcaeciéron en los últimos años del Empera–
dor Rodulfo
II ,
que corresponden
á
este
sigJo : solo los Príncipes Protestantes se apro•
vech~ron
de su debilidad
y
de su indolen–
cia para afirmarse · en la independencia que
babia sido en
los mas
el
n1oti vo real de
su
mudanza ;
y
el Archiduque Matías su her–
mano , que le sucedió muy en breve ,
le
oblig6
por medio de sus artificios ,
á
ceder•
le
consecutivamente las dos Coronas de Hun–
gría .
y
de Bohemia. Este proceder de Ma-tías,
que no
se
puede 'disculpar de violencia
y
de
injusticia, llenó de amargura los últimos dias
de Rodulfo; y así murió de pesadumbre en
el mes de Enero de
16
12 ,
no habiendo si–
do muy glorioso su reynado.
Algunos años ántes de la muerte de Ro–
dulfo un suceso particular habia dado
á
conocer quáles eran las disposiciones recípro•
cas de Cat6licos
y
Protest4tntes ,
y
se pudo
conjeturar que no tardaría en hacerse entre
S
4-
ellos