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SEXTA.
Considera
á
Cristo como Rey,
y
h1ego
como fiel vasallo r ecíbalo en su casa, dé–
le por trono su mismo corazon, puro,
limpio
y
de~pegado.
Póngase ante su
presencia con gra ndísima sumision, ofréz–
.cale obedi encia, rí ndaie vasallaje ,
y
lla-
1ne
á
to<las sns pote ncias
y
sentidos,
para que se
le
rinda n tambien. Presén–
tele memor iales,
y
p ídale gracias, que
lo haga
caballero de la cntz en que
murió, guardia
clel
cuerpo sacratísimo
<JUe
le
ha
dacfo
en manja1·, ecsento de
toda culpa grave
y
)ern ect. Y última–
mente, que le dé oficio, aunque sea del
criado mas bajo
é
inferior dentro de su
Palacio. Jardinero de la Reyna de Jos
Cielos, para poderle presentar flores,
la
azucena de la castidacl, el clave) ele
la
mortificacion, la violeta de la humildad,
etc. Y todo el dia empléese en estas
consideraciones.
SÉPTIMA.
Considera
á
Cristo como Redentor,