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que tienen por fin la utilidad material
y
el engrandecimiento personal;
y
por me–
dios la s3bre-excitacion de las pasiones
mas feroces,
y
el uso
y
empleo de la fuer–
za, ó del fraude, segun las inspiraciones
de la codicia
ó
del orgullo.
Laeducacion cristiana, hija de la ca–
ridad, no contraría lo5 deseos legítimos
de mejorar de condicion, ni vá en pos de
quimeras
y
utópias ridículas é irrealiza–
bles : enseña el amor
y
el sacrificio por
la Patria, excita la em.ulacion de la gloria
y
de las Y¡irtudes de nuestros antepasa–
dos, é imprime en el corazon de todos,
sentimientos de modestia
y
humildad, de
resignacion
y
templanza. Dejemos al pue–
blo su sencillez natural, aunque ruda; su
ingenuidad, aunque inculta; sus hábitos
y
cos tumbres , p0r ásperos
y
groseros que
sean: porque debajo de esta capa leñosa
se ocultan las mas gratas virtudes
y
cua–
lidades.- Esforzémonos por estirpar en
él, la funesta semilla de ódio
y
de la des–
confianza entre las clases, el espíritu de
rivalidad y de egoísmo: enseñémosle
á
ser
económico, sóbrio
y
morigerado, benéfico
y
amador de sus semejantes: hé aquíla
mayor y mas positiva suma de bienes
á