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(44)

nos de aflijirse

á

la vista de esta escritura solemne, que

acaba de publicarse como salida de la Santa Sede; y los

enemigos de ella se regocijarán, al leer un documento tan

escaso de razon, y tan poco recomendable por su conte.

nido. · ¡Cristianos protestantes, que desconoceis la autoridad

del R. P ontifice, no juzgueis de la Iglesiá católica por el

Breve de

10

de Junio! La Iglesia católica no numera en.

tre sus dógmas la infalibilidall de los Papas.

A nadie debe so1·prender la conducta de la Curia, si se

atiende al estado estacionario, en que á sabiendas ha que.

rido colocarse, desde que hubo llegado al logro de sús

pretensiones. El hábito de proceder á su morlo, ha ve–

nido

á

constituirla en una verdadera inmobilidad, en la

impotencia de salir de su carril, donde nada aprende ni ol–

vida. La Curia Romana es un fenómeno irregular, un

ente parado en medio del movimiento general, el anacro–

nismo del siglo, anacronismo personificado. Con esta i·dea

fija, quiere gobernar

á

su placer el mundo actual, como

lo hiciera en tiPmpos pasndos, y su primer elemento de do·

minacion es oprimir el pensamiento, reprobar la

humana

sabiduría,

y pensar ella sola por los demas. No, no; hace

algun tiempo, que el jénero humano está pensando por

si mismo. Oprimir el pensamiento, es insultar á la ra.

zon,

y

degradar nuestra dignidad; es pretender que me.

nospreciemos Ql don de Dios, y que nos avergocemos de

ser hombres;

y

es tomar el empeño de correjir los extrav.ios

de la razon universal con la razon de la curia.

Y ¿qué viene á ser la razon de la Curia? Un sis–

tema de pretensiones humanas, en cuyo apoyo se trae for–

zadamente á J. C. y su santa Relijion, para condenar á

nombre de Dios lo que Dios no ha condenado, para em–

plear el poder dado por Dios, en usos para los que Dios

no lo hubo dado,

y

·para castigar con la au

torid:~.d

de Dios,

lo

qu~

Dios no castiga, y que premiará algun día. Saben

bien Jog de la curia, que cuando

hay

que probar que Dios

hn hnblado, debe ser el obsequio racional, conforme

á

la.

palabra de San Pablo, y que á la razon toca averiguarlo,

y

examinar

y

pesar los motivos de credihilidad, hasta que

se convem;a

y

crea, para entrar despues el hombre, y por

~onsiguiente

ella misma, al campo de la Relijion. En tal

caso no se contrapone la razon

á

la fé sino, como antes

lo he notado, la

ra1.on

universal

á

la razon de la Curia.

iSG

averigua si tal

d~finicion

conciliar merece el nombre

de dogmática? La razon explora los monumentos de la

historia para conocer, si el objeto de la definicion tuvo ori.