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las manos de nuestros enemigos. Desde allí, protegerá
á
la República, sostenida
y
defendida por millares de
brazos
y
de corazones.
Con el presente oficio, dejo contestado, señor Presi–
dente, el muy benévolo de V. de
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del corriente, que
obliga, por muchos títulos, mi más sincera gratitud.
Uno
y
otro podrian servir de introd11Cción al tomo de
los Anales del primer Congreso Católico del Perú, en
buena hora llevado á cabo, para librar de los ultrajes del
olvido cuanto se hizo
y
se dijo en aquella memorable
Asamblea.
Con sentimientos de distinguido aprecio, me repito de
V.
afectísimo y obsecuente servidor
t
Manuel.
Obispo de Marcópolis.