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TRATADO
SEGU~DO
encierrá en sí grandes montes, dentro está el riesgo, dentro el ene–
migo. Alista las jarcias, apresta las trizas, leva entenas , iza vela,
vergas en cruz,
á
pique to<la, escota en mano , que en esa bonan–
za tormenta pronostica. Pero si has padecido naufragio, perdiendo
la mas preciosa joya de la naturaleza, y el camlal de Ja gracia , no
te dejes ir
á
pique, forceja en la tabla de la penitencia por dar
á
la
costa donde los santos te dan los avisos siguientes:
RE!UEDIO CONTRA LA LUJURIA.
El primero , y mas encomendado de todos ellos es la hmnil–
clad (
t) ,
porque con ella el hombre se conoce , y entiende cuán
flaco es, cuán lleno de pecados, cuán sujeto á miserias, y ca idas, .
cuán rernlido
á
sus pasiones: conoce cuánta fuerza tiene su carne;
esperimenta sus trazas, y atrevimientos; teme el peligro en que está
de condenarse, si no pelea varonilmente contra sí, domando su
cuerpo y refrenando su s'ensuali<lad. Este remedio es muy conforme
á
nuestra naturaleza: en tiempo de recios vientos , quien se halla
en lo alto de una sierra, porque no se trabuque, se fuerza, se
postra en el suelo; y lo mismo hace el que huye de un loro bravo,
que si le va en los alcances, se deja caer en tierra sin movimiento,
ó
respiracion alguna, con que muchos se escapan; así el que está
en la cumbre de su vanidad, si sopla el viento cálido de sensuali–
dad, si el fiero animal de su concupiscencia le acosa,
postrar~e
en
la tiena de su nada le conviene, conociendo su flaqueza, y el <livi-
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poder que <le! hombre se apiada. Y para salir con victoria se
snjeta
á
Dios, pu es él solo se la puc<le dar, y dice con Salomon
(2).
Yo sé mny bien, que nadi e puede ser continente, si Dios no le <la
la gracia para serlo;
y
sujctün<lose él
á
Dios, se sujetará su carne
á
él, porque, como dice san Agustin
(?í),
convi ene que el infcriol' se
sujete al superior: conoceLl el órden , buscad la paz, sujetaos vos
ü
(1) Casian. lib. G. c. i.-(2)
S:1p.
8.- (3 ) ,\u ;. in psal. H3 .