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TRATADO SEGUNDO
volver por mí, por1ue en Vos, Señor, he puesto mi esperanza ,
y
estoy cierto que me oireis. Y no se allija de que se le ofrezcan tan
horribles tentaci'oncs, pues al mismo Cristo se atrevió el demonio á
ofrecerle, que postrado en tierra le arlo ·a e,
y
no por eso quedó -el
Señor manchado, ni hizo caso de
él ~
es le dijo: Arredro vayas
Satanás.
Si nada de lo dicho bastare, pida re111c1lio á nuestro Señor con
instancia , con fervor, con perseverancia (
1) ,
y espere en la di vi na
bondad que le librará, pues son un abismo sin suelo de misericor–
dia aquellas sus entrañas amorosas de inefable caridad; sienta bien
de Dios, y del encendidísimo cleseo que tiene de nuestra salvacion,
significado en aquella sed mortal con que rindió el espíritu
á
su
Eterno Padre; fí11se de él, que es amigo fiel, y no permitirá que sea
tentado mas de lo que puede llevar; favorecido de su gracia, antes
hará que de la tentacion saque provecho,
y
salga con victoria de la
batalla,
y
alcance la corona de la gloria,
y
cuando le convenga, le
infundirá (por medio ele la confosion humilde) don de sabiduría, de
consejo, de ciencia ,
y
de entendimiento.
Si todavía no cesáran sus imaginaciones, la causa de ellas es
locura; su ·fundamento antojo; su corazon,
y
sn resolucion, paréce–
mP. propia voluntad. La cura será de locura,
y
encomendarlo á
Dios nuestro Señor, que algunas veces nos ejercita ,
y
prueba con
semejante cruz en pena de algun pecado, ó para mayor bien nues–
tro, purificándonos como el oro en el crisol,
y
porque mientras se
detiene, le solicitemos con rnegos.
CAPITULO XVII.
DEL EXAi\IEN QUE SE HA DE HACER ANTES DE LA CONFESION.
Las personas que cada dia hacen exámen de su conciencia, con
facilidad se preparan para confesarse, las que no , recorriendo los
memoriales de pecados mortales,
ú
veniales arriba purstos, se acor-
(t)
P sal111. 33.