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aun cerró las Iglesias. Mas . hábil que los ante–
riores enemigos Je Cristo, desplegó contra Jos
cristianos una nueva pcrsecucion que sin ser
sangrienta era mas terrible: lleno de astucia, el
Apóstata trató de dividir
á
los cristianos, les
quitó los
puesto~
elevados
y
honoríficos que
muchos ocupaban, ridiculizó su doctrina
y
cos–
tumbres, los espulsó de las escuelas
y
los consi–
sideró como. extraños
á
los asuntos del Imperio.
Al mismo tiempo trató de modificar el paga–
nismo, despojandolo de sus groseros errores,
restableció con gran pompa el antiguo culto,
declarandolo religion del Estado,
y
honró
y
protejió
á
todos los que le ayudaron en sus pro–
yectos. Sabiendo que Jesucristo habia profeti–
zado la destruccion de Jerusalem, trató Je re–
construirla;
y
con este objeto se atrajó
y
pro–
tejió
á
los judíos que llenos de entusiasmo se–
cundaron su obra y empl'endieron trabajos en
la ciudad destrmda; pero un incendia consumió
la obra comenzada, los trabajadores asustados
huyeron
y
Jerusalem continuó en ruinas. En
medio de sus insensatos proyectos, Juliano el
Apóstata, atacado por lo:> persas, marchó
á
de–
fender las fronteras:
y
aunque al principio de
la campaña obtuvo algunos triunfos, en un·a
])atalla fué mortalmente herido en el momento
en que animaba
á
sus soldados al combate,
y
Jnurió exclamando :
Venciste galileo!
nombre
que daba al Redentor. Su obra in sensata ter–
minó con él : Joviano, su sucesor, hizo la paz.
con los persas
y
restableció como religion del
Estado el Cristianismo que quedó definitiva–
mente tritfnfante sobre el antiguo culto.