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.SENOI'f NUESdRO.

59

los romaños; profesion muy infame en to(J_a la Judea.

Há–

biéndole visto el Salvador sentado

á

la mesa del despa–

cho, le dixo que le siguiera. Levántase al instante Ma–

teo , dexa su empleo

á

sus subalternos, abandónalo todo

por seguir á Jesuciisto;

y

para hacer mas pública su

con~

version, le ruega vaya

á

comerá su casa. Todo es lec–

cion, tod.o es misterio, como diximos ya, en la vida de

Jesucristo: este divino Salvador, par a hacer ver que

há~

bia ·venido singularmente para los ·pecaclóres ., 'acepta el

convite, come en casa de .su nuevo cliscípulo,

y

q_uiere

que sea en compañía de muchos publicanGs. Los fariseos

no dexáron de escandalizarse ,de esto :.habíalo previsto

Jesus, y corno murmurasen de ello, en voz bastante al–

ta ' les dixo:. que 1los que_·esiqaba-ni buenos.

n01

nec:esitaban

de médicas, que ··f0:s que

~e

necesitaban e-ran los enfermos;

y

así•añadió: Sabed que no son los Justos á quienes yo

he venido

á

buscar, sino

á

los pecadores par.a la peniten–

cia:

Non 1veni vocari -justos

,

sed peccatores ad preniten-

tiam

(

Luc.

5. ).

·

· ·

A·umentábase

y

crecia

1

·todos los dia& la opinion

y

fa~

ma del Salvador: en todas partes se hablaba con ·admi–

racion de la santidad de su vida , de la pruderncia de sus

respuestas, de la pureza y sublime espiritualidad de su

doctrina, •de lo estupendo de sus milagros;

y

todo el mun–

do confesaba que así como el sol

al '

mediodía hace des–

aparecer todos los <lemas astros , así la santidad

y

los

prodigios de Jesucristo obscureeian y disiipaban todo

cuanto se •babia visto de prodig.ioso

y

extraordinario

ántes de él. Pero 'lo que hacia la . admiracion de todo

el mundo , ocasionaba zelos,

é

irritaba la bílis de los

sacerdotes, de los escribas

y

fariseos: esta raza de ví–

N' oras, como los llama el Salvador (

Matth.

23.),

aus-–

teros , modestos

y

aun religiosos

á

.Jos ojos de los· hom–

bres ,

y

én el fondo soberbios

1,

llenos de hipocresía

y

d(f

iniquidad'· no podian ver sin despecho la distincion tan

visible que babia entre· la santidad pasmosa de la vida de

Jesus,

y

la disolucion é irregularidad de la de éllos. Co–

mo el pueblo tocaba esta diferencia, los miraba con . el

mayor despr€cio.;

y

éllos ponian el mayor estudio· en ver

- cómo hallar algun pretexto para desacreditar á Jesucris –

to en la opinion del pueblo. Un nuevo milagro

que

hizo