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VIDA DE CRISTO
sucristo ,
·~de
los cuales Pedro era la cabeza:
Prínceps
apostoü;rum;
fuéron Simou, por sob renombre Pedro, An–
dres.., su hermano•, Jacobo y Ju an, hijos del Zeb.edeo, Fe·
lipe
y
Barto1omé, el que se oree ser Natanael, Tmnás
y
M ateo,- Jacobo, hijo de Alfeo, y Júdas su hermano, lla–
mado Tadeo, Simon el Cananeo, y J údas lscariotes,
que
clespues vendió
y
ent regó al Salvador.. Estos fuéron los
primeros oficiales que es·cogió Jesus para conquistarle to·
do el
universo.,
y
para sér las columnas incon trastables
de
la
Iglesia
y
la
luz del mundo: todos
gent~
.grosera, tí–
tnidos, jgnorantes, de un entendimiento rud-o, de un co–
razon floxo,
y
todo material: ge1:-1te pobre, sin educacion,
sin
letras, sin
nomb.re; todos gente sacada de
la
hez del
pueblo.
Y
estos hombres tan
d~spreciables,
tan pobres, tan
ignorant~s
corwirtié ron
t~da's
las naciones
á
la fe, le con–
quistáron
á
Jes
ucristo tod a la Grecia, todq el imperio ro-
1nano,
todó
el
univer.so;é
hiciéron todas estas maravi–
llas en el solo nombre .de Jesucristo, sin arma , sin soco–
Tras ;sim.
apoyo, ·sin salir jamás de su estado humilde, po–
bre
y
abatido; todo. esto
~ p·cedicando
una doctrina su pe–
rior
á
todas l as luces de la razon, una moral enteramen–
te 0p1'.lesta: á fas inclinacio.roes naturales del corazon hu–
mano, enemiga de los sentidos,
y
contraria en tQdo
á
los deseos del
~mor
propio. Imaginad si
pued~
paber una
pruéba mas cfara., mas convincente, mas irrefragable' mas
concluyepte de la d+vibidad de Jesucrisco,
y
de
la
verdad
de la ·religion crisJ iana.
.
Al baxar; el Sal?vador de lo alto del monte
con sus
apóstoles
y
muchos
de
sus discípulos, uno de éllos le
pi–
dió"
le permitiese ir
á
dar s.epultura
á
su
padre;
esto es,
Ü •
á
asistirle en su vejez,
y
hacerle en su mue rte las
úl–
timas
exequias ; pero ]esus le respondió.:
Sígueme,y dexa
á
los muertos que
entierren
á
sus rnuertos;y
tú
ve
á
anun...
·
ciar
·el reyno de Dios
(
Luc
9. ). Por
el té rmino m·uertos,
entendia ·el Salvador eril un sentido figu radü las gentes
del siglo: bella leccion
para
las persa.nas religiosas que to–
<lavía
esJán Jpres,as c;·on los lazos de ,la carne
y
de la
sangre;
pero la que se sigue
no
es
mén9s
instructiva. Habiéndole
dicho
Nno
de
sus di scípulos: Señor,
yo
os seguiré, pero
permitidrhe que me
de
haga antes de lo que hay en
.mi
ca:sa, le respondió Jesus.;
Ningun hombre qtUe echa la ma-