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DE LA ·SANTISIMA VIRGEN.

369-

Pondré una enemistad irreconciliable, ·dixo Dios

á

1~

ser–

piente, entre ti y la n1uger que debe quebrantarte la ca–

.beza, no hay que buscar otro orígen, ni otra causa del

implacabJe ó_dio que la heregía tiene contra la santísima

.Vírgen. ~

Ella queorantó la cabeza

á

la

serpi~nte,

nQ -solo.

por haber sido preservada del pecado origínai , _. fünesto

1nanantial de todos los otros pecados, sino principalmen–

te porque concibió en su seno ,

y

parió al Salvador del

mundo, el cual desarmó

á

todo el ,infierno,

y

arruinó su

imperio:

Ipsa conteret caput tuum.

María quebrantó la

cabeza

á

la serpiente infernal,.

i

qtJé hay que admi rarnos,

pues, de que vomite contra élla todo .su

veneno~

lVJ;ién–

tras le quede algo de hiel,

(y

le quedará siempre) no

cesará el demonio de hacer todos sus esfuerzos para des:–

acreditar y estorbar el culto que la es debido á María;

no cesará de hacer todos sus esfuerzos para obscurecer

,el resplandor de

Siús'

grandezas, para privarla de fas ·ilus–

tres prerogativas de su dignidad,

y

para c.\isputarla lo-s

mas bellos privilegios·que ha recibido de Dios; hai;á, en

fin,

todos sus esfuerzos para

cerr

arles este asilo

á

los pe–

cadores,

y

para debilitar

y

a.un

sufocar, si pudiese , _en

el corazon de los cristif}nos

el m

as bien ·(uadado

~ítulo

de su mas dulce confianza:

Et

tu

insidiaberis

·ca/caneo

ejus:

y tú no cesarás de poner tropiezos

y

armar lazos

á

_su talon; buscarás cómo impedir,, cómo obscurecer el

culto que se la da,

y

cómo desacreditarle

é

infamarle por

1nedio de tus emisarios.

Pero · ser-án inútiles, como lo han sido hasta aquí,

los

esfu~rzos

de todo el infierno. Por mas que la serpiente

infernal haga nacer en todos los siglos nuevos insectos,

que arrastrando sobre la tierra, se encaminen hácia élla,

flO

podrán hacer sino vanos esfuerzos para morder su ta–

lon _:

Ca/caneo

ejus.

A esto se reducirá siempre todos los

malignos esfuerzos de los hereges. María estrellará siem–

rre

á

los hijos' así como quebrantó la cabeza del padre.

No hay enemigo de Jesucristo que no lo sea de su san–

tísitna Madre. Todos los hereges aborrecen

á

la Madre,

porque aborrecen al Hijo:

Qui

me odit, et matrem meam

odit

,

se pudiera decir; pero vos, ó santa Madre de Dios,

decía el mas célebre de los oradores sagrados del siglo

pasado, vos sois el escollo contra el cual se ban ·estrella-

Tom. /71.

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