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SÁBADO CUARTO
ganar nuestro corazon en el adorable misterio de la
El.ftcaristía: _cono_cer todas estas grand:s verdades, y no
amará
Je.sucnsto srno con un amor mediano, no tener sinolin–
diferencia,
y
aun frialdad .por Jesucristo,
i
no es esta una
paradoxa incomprensible? Si el mérito, si la dignidad de
_la persona son motivos y títulos para amar á,los.que co–
nocemos merecerlo grandemente: si los beneficiós re–
cibidos son derechos evidentes
é
incontestables para
que
nuestro corazon pague
el
tributo de su reconocimiento
á
aquellos de quienes los hemos recibido: si la esperanza
de nuevos beneficios empeña á todo·hombre racional para
que ame á aquellos de quienes depende su .fortuna y su
felicidad;
i
hubo jamás, se puede encontrar un objeto mas
digno de nuestro amor,
y
que posea mas justamente to–
dos estos títulos que Jesucristo? Este Redentor, este Sal–
vador, este Señor es nuestro Dios, en todo perfectamen–
te igual
á
su Padre.
i
Pensamos que este divino Salvador
ha hecho bastante para manifestarnos su. amor? Qúejé–
monos de
él,
si nos atrevemos
á
imaginar que no ha he–
cho bastante, que no ha hecho muy sobrado por nos–
otros.¡ Ah! Jesucristo ha hecho mas por nosotros, que nos–
otros nos hubiéramos a revido jamás
á
pedirle ; ha he–
cho ma.s de lo que podíamos creer:
i
qué razon , pues,
podemos tener nosotros para amarle tan poco? No solo
es nuestro Rey, nuestro Salvador, nuestro Dios: es ademas
de esto nuestro soberano Juez, de quien depende nuestra
suerte eterna. Todos los bienes que · tenemos, y todos los
que podemos. esperar
y
desear, de él solo los tenemos,
y de é.L.solo debemos esperarlos. iDe dónde viene, pues,
que Jesucristo sea tan poco amado? Hombres ingratos,
vosotros dais, vosotros entregais -vuestro corazon á .' los
mas indignos objetos: el menor beneficio, una expresion
de cariño, una oferta, un poco de afabilidad y de buen
modo excitan y arrebatan nuestro reconocimiento. ¡Solo
este divino objeto no ha de poder ganar nuestro cora–
zon
!
Por mas inútil
é
in.digno que sea este corazon, se
digna pedírnoslo, lo desea apasionadamente, por
de~iTlo
así:
Fili, prebe rnihi cor tuurn;
y no otr os se lo tehusa–
mos, y nosotros le preferimos el mejor objeto cPi·ado,
y nosotros somos insensibles, somos duros
á
todas
swva•tbo–
rosas solicitaciones. ¡O injusticia,
ó
ingratitud,
ó
impiedad!