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DE CUARESMA.

· to de comer. Isaac le pregunta quién era.

Soy

Esaú, vues–

tro hijo primogénito, responde Jacob: he hecho lo que

me habeis mandado: comed de mi caza lo que gustáreis,

y

echadme despues vuestra bendicion. Podia s-iQ mentira

decir que era el primogénito despues que Esaú le había

vendido

ú

dado su derecho de primogenitura. Lo demas,

dicen los intérpretes, por lo que mira á las promesas de

Dios, se reducía á ciertas circunstancias figuradas, que

.eran necesarias para acompañar y sostener esta princi–

pal verdad. Se conviene en que hubo en ello misterio: pero

es dificil justificar de la mentira á Jacob, cuando asegu–

ra que es Esaú. Todo lo que se puede decir con san Ge·

rórümo, san Agustin y otros muchos sabios intérpretes,

es que Dios permite algunas veces .defectos en los santos,

de que no dexa de sacar su gloria,

y

a.un

servirse de éllos

para la execucion de los designios de su divina providencia

especialmente en el antiguo Testamento, cuando latvirtud

estaba menos acrisolada. Como el antiguo TestarnenJo era

un estado de servidumbre, un estado imperfecto, no de ...

hemos admirarnos de que lo que no era sino la simple

fi–

gura ·de la ley pura, inmaculada

é

irreprensible de Jesu–

cristo, se encontrase algunas veces acompañado de cir–

cunstancias defectuosas: sola la ley de gracia excluye to–

do en sus sagrados misterios. Vol

vamo~

á tomar la his–

toria de nuestra epístola.

Isaac, sorprendido de · oir hablará su hijo, le pregun.

tó_:

i

cómo babia podido hallar tan pronto la caza que

había ido

á

buscar? Dios ha querido, le respondió Jacob,

que se me presentase desde luego lo que deseaba. Era

costumbre en el antiguo Testamento referir

á

Dios todo

lo próspero

y

ventajoso que

~mcedia

durante la vida.

Acércate, hijo mio, replicó su padre, para que , yo te

toque, y reconozca si eres mi' hijo Esaú. Obeqeció ,Jacob;

y

habiéndolo palpado Isaac:, dixo: La voz ies d.e J4cob;

pero las manos son de Esaú. Es muy verisímil que Isaac

reconoció entoQces el misterio,

y

que auoque advirtiese

~l

error que favorecia al bíjo menor, sin embargo, qui–

so bendecirle,

y

por medio de su bendicion hacerlo su·

perior

á

su hermano ,

y

trasla,dar

á

su persona to'das las

ventajas que pertenecían al primogénito. Asícomo,1&Igle–

sia de Jesucristo, aunque herman·o menor, por decirlo así,

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