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DE CUARESMA.

143

tacíon, casi todo el tiempo que sedetüvo ·allí; to pasó en

dar diversas instruccionés á sus a.póstoles par·a arreglar su

conducta,

y

para señalarles

.lb

que· debi an hacer con sus

pr6ximos. Los enseñó con especialidad có'mo podían re–

prender

á

los que habian ca ido en alguna' falta,

y

cómo

debí an perdonar siempre las·ofensas,

y

tener un fo.ndo in–

agotable de caridad para con éllos. Les había 'refefido la

pará'bola del buen pastor,

y

del padre del · hijo Pródigo;

y

ahora les dice, que si el exemplo de un tan buen padre

y

de un tan buen pastor les inspiraba el zelo de la salva–

cion de las almas, que ria él que este zelo fuese prudc11 te,

benéfico,

y

lleno de suavidad

y

mansedumbre. Debeis por–

ta ros con los pecadores como médicos caritativos, les de–

cía: debeis curar las llagas que éllos se han hecho,

j

no ha·

cedes otras nuevas. Mirad, pues, las faltas agenas, no con

enfado, sino con.compasion, sin exceptuar en esto aun las

que se cometieren contra vosotros: al contrario, quiero

por lo tocante á éstas, acostumbraros á desterrar de vues–

tro corazon tdda acrimonia, todo resentimiento

y

toda

amargura. Si vuestro hermano, pues, os ha ofendido,

ú

os

escandaliza, id á advertirle á solas su culpa; pero como no

debeis tener otra mira sino el ganar!o, habladle con afabi–

lidad

y

con blandura: buscad tiempo oportuno· para ello:

haced que parezca que no intentais, ni darle que sentir, ni

vengaros , ni avergonzarlo, sino solamente curarlo,

y

que

vosotros sentis mas el mal que se ha hecho á srmísmo, que

el que os ha hecho

á

vosotros..-Noes posible inspirar los sen–

timientos de caridad, si no estamos llenos de élla nosotroJ

mismos. Una correccion dulce, caritativa;·hecha

á

tiempo,

siempre es saludable: al paso que la' que se hace con acri–

monia, con enfado,

ó

fuera de tiempo;altera .el espíri–

tu,

y

exaspera e1 corazon: reconoce el pecador str culpa,

condena su· falta; pero el modo altanero

y

duro con que se

la reprenden, hace que la 'defienda, la di sculpe

y

la justi–

fique. Pocas personas dexarian de aprovecharse de la co–

rreccion

y

de darnos las gracias , si las hubiéramos amo–

nes tado con dulzura

y

con amor. Jesucristo nos di6 gran–

des exemplos de esta suerte de correccion. Quiere sobre

todo que

1

a correccion se haga en secreto:

entre ti

y

él

so–

lo.

Toda correccionhecha en público, exaspera: esta publi–

cidad hace otras tantas llagas en el corazon del que ha de