Table of Contents Table of Contents
Previous Page  156 / 356 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 156 / 356 Next Page
Page Background

.LUNES TERCERO

110

te ofende siete veces al dia, perdónale tú otras tantas;

pero la .expresion

siete veces

no denota un número deter–

minado. San ·Pedro pregunta, si acaso un hombre

á

quien

se ha perdonado muchas veces, se hace indigno de que se

le perdone:

y

Jesucristo le responde:

No te digo que le

perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Quiere decir: perdona tantas veces

y

por tanto tiempo

como te ofendieron: aunque te ofendieren un millon de

ve~

ces

y

aun mas, perdona siempre,

y

no dexes jamás de per·

donar. Bien se conoce que la caridad infinita de Dios pa–

ra con nosotros es·la regla de la que debemos tener únos

con ótros. La caridad de Dios para con

nosot~os

es una

caridad sin _límites,

y

tal debe ser la nuestra. Dios Eos en·

seña c©a su exemplo á sufrir á nuestros hermanos

y

á per·

donarles sin restriccion alguna. iPero nos acordarnos que

le pedimos todos los días que nos trate del mismo modo

que tratamos nosotros á nuestros hermanos, cuando le de–

cimos:

Perdónanqs nuestras .deudas, así como nosotros per–

donamos. á,nuestros·

deudores~

(

Matt

h.

6. )

r

• ) •

¡

l

La oracion de la misa es la siguiente.

Exaudi nos, omnipotens et mi–

!ericors D eur : et cont inentite

.ralutarií prppitius nobh dona

.

,.

)

conceiJe

:

Per: Dominum nos

-

Írufr! Jesu'f Chrfrtúm...

Üyenos, Dios omnipotente y mi –

sericordioso, y concédenos por tu

bondad los dones de una continen•

cía. saludable: Por nuestro Señor

Jesucristo...

'

La epistola er del capít.

4

del libro

4.

de los Reyes.

In diebus illis: Mulier qucedam

c/amabat ad Etiseum

prophet.am,

dicens: Servus tuus vir meus

mortuus est, et tu nosti quia ser–

vus tuus fuit timens D ominum:

et

ecce- creditor venit, ut tollat

duos filios meos ad serviendum

sibi. Cui dixit Etiseus: Quid vis

t.Jt

faciam tibi? Die mihi, quid

habes in domo tua?

At

itla res–

pondit

:

Non habeo, ancilla tua,

quidquam in domo mea, niJi pa–

rum ohi, quo ungar. Cui ail: Va-

En aquellos dias: Una cierta mu–

ger daba voces al profeta

Eliseo~

diciendo: Mi marido, tu siervo, ha

muerto, y tú sabes que tu siervo

fue temeroso de Dios; y he aqu í

que un ac reedor viene

á

quicarm

dos hjjos mios para que le sirva

á

él. A la cu al dixo Elíseo:

¿

Qu '

quieres que yo te haga? dime, ¿qué

tienes en

tu

casa? Y élla respondió:

No tengo yo, tu sierva, en mi ca–

sa cosa alguna, sino un poco de

aceyte para ungirme. Y él la d i