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AÑO CHRISTIANO.

recibi6 despues ,

y

las practica como canónicas. Pero

éJ,

que supo hacer mártires·con sus exportadones, él mismo

fué

preso para ser_ mártir tambien. Hízole arrestar Ma ...

xímino, que comandaba en Oriente. Luego que vió preso

a

su pastor, concurrió

a

él todo el rebaeo. Grandes

y

pe–

queños\ sacerdqtes , religiosos

y

virge~es

, todos baxáron al

obscuro calabozo-..,donde le habian encerrado. Esto

embara~

zó tanto al tribuno '

a

quien se le babia dado la comi–

sion de hacerle mori i:., que no sabia cómo poner su encar–

go en execucion; pues aunque esperaba que en

llegan.do

la

noche se ret irarian los christianos , v:ió despues que hadan

conti~ua

centiqela

a

su santo patriarca'

y

el número era

tan crecido , que temia un ·peligroso motin. Hallábanse

las cosas en este estado , quando el pérfido Arrio ,

i

quien tantas veces babia amonestado

y

reprehendido el

santo patriarca, excomulgándole como

a

cismátiCo, acu–

dió

a

la iglesia ;

y

ocultando su mala fe con el velo

de una..profunda disimalacion, se yalió de algunas perso–

nas

d~

rt!speto para

que - 1~

reconciliasen con el patriarca

que estaba para

morir.

Pretendía por este medio ser colo–

cado en

.la

silla patriarcal , pareciéndole que quando llega–

se el caso de nombrar sucesor

á

San Pedro, todos pondrian

los ojos en él para hacerle una honra

a

que aspiraba con

todo el esfuerzo de su amb.fcioso corazon ; pero aquel Se–

ñor, que penetra lo mas profundo de todos Jos corazones,

aniquiló estos altaneros pensamientos. La misma noche se

apareció Chrisro

a

San Pedro,

y

descübrioodole las orgu–

llosas ideas de Arrío·, le mandó que no le absolviese. Los

que se habian encargado de solicitar el perdon del patriar–

ca' acud1éron muy de mañana

a

la prision'

y

le suplicáron

tuviese misericordia de un pobre pecador arrepentido. Pe–

ro

el

Santo que se hallaba con tan superiores luces, re.–

tirando

a

parte

a

Aquillas y Alexandro, dos sacerdotes ve–

nerables, los dixo:

Aunque sqy

,y

me confieso un grande pe–

cador , sé con todo eso que la piedad de mi Dios me llama

d

la corona del martirío. Despues de mi muerte, vosotros dos

sereis dos columnas -en

la

Iglesia

de

Jesu-Christ o; por

!~

que os quiero hacer confianz a de

un

secreto que habla con

entráwbos. Los dos me sucedereis, uno despues de ot ro,

en

la

silld

patriq.rcat de Alexandría: Aquillas será el prime–

ro

,y

.Alexandro el segundo.

Así me lo

~a

promet ido el

Se-

ñor,