NOVIEMBRE. DIA XXVI.
39S
ñor;
y
para ·que
no.
creais que es dureza mia él no reconci–
liar
a
Arrio con la Iglesia-, quiero comunicaros una vision,
con que me favoreció Dios esta noche. Estando en mi acos–
tumbrada oracion
,
se
me
apareció Christo en figura de
un
niño como de doce años extremadamente hermoso; estaba ves–
tido de una túnica larga
'
rasgada de alto abaxo
,
la
que
procuraba juntar con las dos manos por delante del pecho.
Apoderadoyo entónces de dohr y de temor, le pregunté: Se·
ñor
,
quién fué el impío que despedazó vuestra tunica
?
y
me
respondió: Arrío
fité
el que me la rasgó; mandándome al mis–
mo tiernpo que no le admitiese
a
mi comunion, y dándome
órden para que qs dixese de su parte que os portáseis con
él
con
la
misma severidad. ro he cumplido ya con
mi
comi–
sion, y de esto solo tenia que dar cuenta
a
Dios. Si voso–
tros fa/táseis
a
la vuestra ,ya no será
d~
cuenta mia ,y vo–
sotros solos sereis responsable de vuestra cobardía
u
de vues–
tra desobediencia.
Luego que Aquillas
y
Alexandro reci–
biéron su bendicion, se restituyéron adonde estaba todo el
pueblo, teniendo como sitiada
la
cárcel para impedir la
muerte del santo patriarca ; pero
a
él mismo se le ofre–
ció un expediente, que le salió bien. Dixo al tribuno que
hiciese romper
la
pared de la cárcel por aquel parage
donde no se sintiese ruido , ni hubiese quien
lo
observa–
se;
y
así se hizo. Sacáronle de
la
cárcel por la brecha
que
se babia abierto en
la
pared ,
y
le conduxéron al mis–
mo parage donde en otro tíempo, babia San Márcos dado
la
vida en defensa del evangelio. Antes de padecer el marti–
rio entró en una capilla , dedicada al santo evangelista,
donde oró largamente
a
Dios, suplicándole
se
dignase·po-
, ner
fin
a
la persecucion,
y
se
dice
que
una santa doncella
oyó·
una voz del cielo .. que decía :
Pedro
,
el
primero
de los
após–
toles
;y
Pedro, el último
de
los obispos mártires
de
Alexan–
dría
,
como lo verificó el suceso ; porque despues de San
·Pedro
ningun
obispo de Alexandría
fué
condenado
a
muerte
en ód·io de la fe por los gentiles. Concluida
su
oracion, se
puso en manos de los soldados; pero con tan magestuosa gra–
vedad, que ninguno tuvo ·valor para descargar el golpe.,
y
solo
se halló
uno
que
por
.el
precio de .cinco monedas de
de oro le cortó 1a cabeza. Así murió San Pedro de Ale-
3<andría
el
dia 26 de noviembre del año
.3
ro. Tomáron
los
fieies
su
santo cuerpo,
y
ántes
de darle
sepultura., le con-
du-