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NOVIEMBRE. DIA XX.

gura' de un'biiarro jóven, vestido de· blanco ,

y

en el ro–

pa~e

una: cruz ro

xa y

azul con dos cautivos de diferentes

religiones, cada

1.mo

a

SM

lado , oprimidos ámbos de ca·

<lenas,

y

levantadas las manps, .como pidiendo con ansia

que los librase de aquella opresion. Estaba Juan r efiri endo

a

Felix esta vision,

y

la impresion que había hecho en

su

alma, sintiénd0se

desd~

.entóhces abrasado en ua en–

cendido zelo ·por

1la

·redencrion de los cautivos christia–

nos que gemian baxo fa · tiranía de los infieles, quando

.Jos dos viéron venir ácia sí un corpulento ciervo, entre

cuyas dos astas se dexaba ver una cruz, en todo seme-

jante

el

la que se registraba en el ropage del ángel que

se babia aparecido

a

San .Juan de Mata. A vista

de

aquel

prodigio no les quedó la menor duda de lo que el cielo

queria de los dos en órden

a

los chrisüanos cautivos ;

y

desde el mismo punto

co~nzáron

a

pensar

sériamen~e

e!J los medios de poner en execucion las disposici,ones del

cielo.

Miéntras tanto,

el

la

Cama de los dos santos solitarios

babia· concurrido al desierto gran número de discípulos

que, dirigidos por aquellos dos grandes maestros de la vi–

da espiritual , hadan maravillosos progresos en el camino

de

virtud; de manera, qu.e en breve tiempo se formó

·una'

l:lllidad, cuyo fervor en nada cedia

a

las mas

numerosas

y

mas antiguas. Confirmados nuestros Santos

con aquellas fervorosas reclutas en la resolucion que ha–

bían tomado de dedicarse enteramente

a

la redencion de

los cautivos christianos, determináron pasar

a

Roma para

Jdedarar al papa sus intentos',

y

saber del oráculo vísi–

·ble del Espíritu santo lo que debian executar. Aunque

nuestro Santo pasaba

ya

de sesenta años, quiso tambien ser

del viage

y

tener parte en el ministerio. Despues de mu–

thos dias de oraciones, ayunos

y

rigurosas penitencias pa·

ra que el Señor se dignase echar su bendicion

a

la em–

presa , dexáron el

cu~dado

de la ermita

a

cargo de los

discípulos mas probados

y

de mayor confianza. Su viagc

fué un exercicio continuo de oracion

y

de penitencia.

Luego que llegároa

a

Roma se presentáron al papa lno–

cencio

Uf.

que los recibió con amor de padre. Entre–

gáronle las cartas de recomendacion del obispo de Pa–

ris en que daba testimonio de la santidad de su vida,

y

Xz

al