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NOVIEMBRE. DIA XVII.

~59

tás en la flor de tu edad,

y

que es lástima que

perezca~

en una sazon tan temprana

y

florida. A esta propuesta res–

pondió San Acisclo :

To no tengo otra cosa que pensar sino

en Jesu-Christo que me formd del polvo de

~a

tierra; pero

cobardemente intentas obligar

a

los hombres para que

adoren unas i1nágenes hechas por sus manos, que ni tienen ojos

ni sentido alguno.

'

Estas animosas respuestas de los Santos encendiéron

a

Dion en cólera ,

y

mandó , que quitándolos de su presen–

cia , los encerrasen en el calabozo mas tétrico

.y

profundo.

Executóse la órden del presidente

y

encerrados los San–

tos en la lóbrega cárcel , comenzáron ;}. 'tributar gracias

el

Dios, haciendo oracion , y entonándole magníficas ala–

·banzas porque les babia dado gracia para vencer las cap–

ciosas propuestas del presidente,

y

confiados en su mise–

r1cordia, esperaban vencer tambien sus tormentos, que

ya.

habian comenzado

a

experimentar. Los gentiles, creyen–

do que debilitadas las fuerzas del cuerpo decaeria tambien

aquel ánimo esforzado que habian presentado al prindpio,

les negáron todo alimento. Los Santos llenqs de confian–

za dirigian sus oraciones al cielo , sin cuidarse mas

de

otra cosa, como si sus cuerpos nos fuesen de una materia

terrena; pero Dios nunca desampara

a

los que colocan

en

él sus esperanzas. En medio de las espantosas tinieblas de

aquel horroroso calabozo viéron Acisclo

y

Victoria que

rompiéndose los cielos, baxáron quatro ángeles cercados

de luz resplandeciente, los quales les traían del cielo un.a

deliciosa comida que les confortase el cuerpo

y

les vivifi–

case el espíritu. Al ver los Santos mártires una misericor–

diá de Dios tan extraña, hiciéron

a

Dios oracion,

y

le dié–

ron gracias de este modo:

Dios

y

Señor nuestro, que eres

rey

de los cielos

y

médico de las llagas ocultas, sabemos,

,Señor, que no nos desamparas

,

sino q1ue te acor.das'te

de.

n<r

sotros

,y

nos enviaste del lugar excelso en que habitas, por

medio de tus santos ángeles

,

una comida de salud

it

con la

9ual nuestras almas se han llenado de fortaleza

y

esperan

el fruto de la redencion.

Miéntras pasaba esto en la cárcel,

el iniquo Dion estab'l meditando los medios de apartarles

de su creencia, ó de hacerles padecer tales tormentos, quo

pudiesen servir

d~

escarmiento

a

los demas christianos.

M.mdó,

pues, que los saca

de la cárcel,

y

los traxest!n

a

R

2

su