NOVIEMBRE. DIA XVII.
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tás en la flor de tu edad,
y
que es lástima que
perezca~
en una sazon tan temprana
y
florida. A esta propuesta res–
pondió San Acisclo :
To no tengo otra cosa que pensar sino
en Jesu-Christo que me formd del polvo de
~a
tierra; pero
tú
cobardemente intentas obligar
a
los hombres para que
adoren unas i1nágenes hechas por sus manos, que ni tienen ojos
ni sentido alguno.
'
Estas animosas respuestas de los Santos encendiéron
a
Dion en cólera ,
y
mandó , que quitándolos de su presen–
cia , los encerrasen en el calabozo mas tétrico
.y
profundo.
Executóse la órden del presidente
y
encerrados los San–
tos en la lóbrega cárcel , comenzáron ;}. 'tributar gracias
el
Dios, haciendo oracion , y entonándole magníficas ala–
·banzas porque les babia dado gracia para vencer las cap–
ciosas propuestas del presidente,
y
confiados en su mise–
r1cordia, esperaban vencer tambien sus tormentos, que
ya.
habian comenzado
a
experimentar. Los gentiles, creyen–
do que debilitadas las fuerzas del cuerpo decaeria tambien
aquel ánimo esforzado que habian presentado al prindpio,
les negáron todo alimento. Los Santos llenqs de confian–
za dirigian sus oraciones al cielo , sin cuidarse mas
de
otra cosa, como si sus cuerpos nos fuesen de una materia
terrena; pero Dios nunca desampara
a
los que colocan
en
él sus esperanzas. En medio de las espantosas tinieblas de
aquel horroroso calabozo viéron Acisclo
y
Victoria que
rompiéndose los cielos, baxáron quatro ángeles cercados
de luz resplandeciente, los quales les traían del cielo un.a
deliciosa comida que les confortase el cuerpo
y
les vivifi–
case el espíritu. Al ver los Santos mártires una misericor–
diá de Dios tan extraña, hiciéron
a
Dios oracion,
y
le dié–
ron gracias de este modo:
Dios
y
Señor nuestro, que eres
rey
de los cielos
y
médico de las llagas ocultas, sabemos,
,Señor, que no nos desamparas
,
sino q1ue te acor.das'te
de.
n<r
sotros
,y
nos enviaste del lugar excelso en que habitas, por
medio de tus santos ángeles
,
una comida de salud
it
con la
9ual nuestras almas se han llenado de fortaleza
y
esperan
el fruto de la redencion.
Miéntras pasaba esto en la cárcel,
el iniquo Dion estab'l meditando los medios de apartarles
de su creencia, ó de hacerles padecer tales tormentos, quo
pudiesen servir
d~
escarmiento
a
los demas christianos.
M.mdó,
pues, que los saca
de la cárcel,
y
los traxest!n
a
R
2
su