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AÑO CHRISTIAN04

ros años de su vida habian siempre exercitado la piedad

dando

~

Dios alabanzas. Un tal Urbano, oficial del tribu–

nal del presidente, tuvo noticia de los dos Santos, y del

tenor de vida que guardaban, arreglada en un todo

a

las

máximas d

1

evangelio. Gozoso con semejante de. cubri–

m iento, corno quien sabia bien quánto se lisonjearia con

él la crueldad del presidente,

se

fué

a

~l,

y

le dixo: por

fortuna he

ncontrado dos que desp ecian tus edictos,

y

tienen temeridad suficiente para afirmar que nuestros dio–

ses son de piedra

e

incapaces de dar favor alguno

a

aque–

llos que los adoran. Oyó el presidente esta noticia con

cornpiacencia por el descubrimiento,

y

con ira por el des–

precio

que

veía hacer

de

sus

dioses: y así mandó que

los

siervos de Dios fuesen traidos

a

su presencia. Obedecióse

su

precepto ,

y

luego que los tuvo d lame , los habló de

esta manera : Sois por ventura vosotros los que despre–

ciais los acrificios que se hacen

a

nuestros dioses,

y

mo–

veis sediciosamente al pueblo, persuadiéndole que se apar–

te de su sagrado culto?

A

lo qual respondió el bienaven–

turado Acisclo:

Nosotros servimos

a

nuestro S eñor Jesu...

Ch1·isto

,

no

a

los demonios ni

a

las piedras inimmdas.

Dí–

xole el presidente Dion: ha llegado

a

tu noticia la sen–

tencia que hemos mandado que sufran aquellos que no

quisieren sacrificar ? Respondió Acisclo :

r

has oido tú,

ó

presidente, la pena que te tiene preparada J esu-Christo

a

ti

y

a

tus príncipeJ?

Al

oir esto, comenzó Dion

a

en–

furecerse contra el mártir de Dios : una rabia ferina se

apoderó

de su

corazon para explicarse

a

su tiempo; pero

disimulando por entónces los movimientos crueles que le

agitaban, volvió los ojos

hala~üeños

ácia Victoria,

y

dixo :. tengo lástima de ti , ó Victoria , como si fueras hija

mia. Acércate, pues,

a

las. aras,

y

adora

a

los dio es para

que tengan mi ericordia de tus culpas ,

y

te libren del

error que padeces. Mira

que

si rehusas acceder

a

estos

censejos. de padre, me veré pr cisado a e"ecuta r en ti los

mas crueles

y.

terribles tormentos. La bienaventurada V1c-·

toria ,.de.s preciando enteramente las palabras halagüeñas'

de u

discurso ..

respondió

a

lo í1lt imo de

e

ta manera:

Me· ha1·ás un gran favor,

o

presidente, si ex ecutares en

mí lo que has dicho.

Entónces Dion, volviéndose

a ·

an Acis–

clo, le

dixo: Acisclo,

vuelve en

ti,

y

piensa

bien que

es-

tás