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NOVIEMBRE. DIA XII.

175

oposicion

a

la murmuracíon ;

y

habiendo fundado toda

la~

doctfi.9a de la religion sobre estos dos preceptos:

Ama-

11ás al Señor Dios tuyo con todo tu cor¡;zon, con toda t7.1

alma'

y

al próximo como

a

ti mismo .,

pa.rece que nada le

puede ser tan. odioso como aquello que destruye y ani–

quila estos dos

p~eceptos

del amor en que consiste toda

la

ley

y

los profetas. No es ménos odioso

a

los hombres

el vicio de la murmuracion; pues ninguno otro hay mas

enemigo de la sociedad civil, ninguno que cause tantos

estragos,

y

nimguno que disimule con mayor artificio su

veneno. Qué otro vicio mas universalrpente extendido? No

perdona

a

grandes ni

a

pequefíos ' ni

a

sagrado ni

a

pro–

fano ,

y

hasta las mismas testas coronadas no pueden evi–

ta·r

su persecucion. Puede haber cosa mas odiosa que

un

hombre que usurpa un poder tiránico sobre la reputacion

de su próximo , que le desacredita

y

le ataca aun quan–

do no se halla en estado de defenderse

~

Este es el ca–

rácter de la murmuracion. La sagrada

Escri~ura

le

re~

presenta como una serpiente que de todos se hace temer:

Terribitis

in civitdte

sua.

Qué estragos no hace en las

ciudades, en las comunidades, en las casas

particulares~

Y qué efecto.s mas funestos que los de la

murmuracion~

No hay virtud-

a

cub,ierto :de sus tiros: no hay pureza

exenta de su vapor. Este empaña la mas cristalina ino–

cencia , deslustra la mas brillante reputacion , degrada la

mas eminente santidad. No queda por el murmurador que

la virtud no pierda tod·os sus derechos con su esplendor,

y

que la idevocion mas exemplar no se haga odiosa. Pero

lo mas extraño es, que este vicio halle tambien lugar aun

entre las personas que hacen profesion de virtuosas. No

se piense, pues, que reyna solamente en las conversado·

nes mundanas

o

entre la gente perdida. Hoy no hay con–

versadon que no se tenga por insulsa, si no la sazona la

sal de 1a murmuracion. Pero qué de pecados,

~uen

Dios,

no brotan de este funesto manantial!

PUNTO SEG U N D O.

C

onsidera que la murmuracion es un pecado tanto mas

enorme, quanto es casi irremisible por la imposibili–

dad moral de reparar los daños que causa.

A las mas enormes culpas se puede

~eguir

un arrepen–

ti-