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NOVIEMBRE. DIA XII.

173

dad los mas fervorosos no se niegan

a

las cruces ; pero

quisieran escogerlas ellos.

A

todas las condiciones

y a

to–

dos los estados de la vida se extienden los trabajos ; pero

los domésLicos se hacen siempre mas pesados. Convienen

todos en que es necesario padecer; pero Jos golpes repen–

tinos

e

imprevistos desconciertan

a

los mas perfectos ,

y

sin

embargo suelen ser Jos mas saludables. No son de nues–

tra

eleccion estas aflicciones : no son aquellas penitencias

de ruido en que se puede introducir el ·amor propio. la

vanidad

y

aun el genio : son unas desgracias que humi–

llan, que ningun honor nos hacen en el mundo,

y

en que

la naturaleza no tiene parte: son, por decirlo así , unos

presentes con que nos regala el Señor,

y

todos con el se·

llo de sus armas. Solo por amor del mismo Señor se pue–

den recibir con gusto :

y

mil veces dichosos nosotros si

con ellas podemos satisfacer

él

aquella justicia inexorable,

ante la qual deben temblar los mas justos.

Flic ure

,

hic

seca,

modo in

cetérnum parctt.s ,

exclama San

A

gustin. Que–

mad , Señor, cortad ,

y

no perdoneis en este mundo

a

un

pecador: dichoso él si de esa manera se puede libertar

de las penas eternas que tiene tan merecida:i. Así discur–

riéron los 'Santos :

y

en qué consistirá que nosotros no dis–

curramos de la misma manera? Las adversidades nos

acuer~

dan que servimos

i

un Señor que murió en una cruz por

nuestro amor,

y

que los trabajos, por decirlo así, que–

dáron como consagrados en

su

persona.

lnspice

,

&

fac

secúndum exémplar

quod tibi in monte monstrátum est.

Nunca debe un christiano perder de vista este divino mo–

delo. El Calvario debe ser la escuela de todos los chri -

tianos,

y

Jesu Christo en la cruz el exemplo que deben

copiar para agradarle.

A

vista de este espectáculo enmu–

.dece la naturaleza , las pasiones atemorizadas se

retj ran~

y

el amor propio se ve obligado

a,

esconderse:

a

vista de

este espectáculo se nos hacen g1istosos

y

venerables nues·

tros trabajos ,

y

reconocemos sensiblemente la monstruo–

sa indecencia de un christiano que quiere ser mas dicho- ·

so en el mundo que lo fué el mismo Dios que adora quan–

do por nuestro amor anduvo

visible

en

la

tierra.

El