NOVIEMBRE. DIA V• .
R
E F L
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X 1O
N
E S.
L
impiémonos de toda mancha de la carne
y
del espíritu.
El ·verdadero christian,o nunca se cansa de purificar
su corazon. Sabemos bien con qué ojos
mir~
Oios aque–
llas reliquias del pecado que volu'ntarlamente ·dexamos en
el nuestro con pretexto de que son
ligeras~
-Sabemos bien
adonde nos pueden
llevar~
Poca cosa es una ,ligera vani–
dad, cierta complacencia secreta en un gran rey al mos- -
trar
a
unos extrangeros todas las riquezas de su tesoro : en
medio de eso, en castigo de esa ligera- vanidad se le pri–
vará de todas esas riquezas. Un solo cabello
fu~ra
de su lu–
gar no prueba grande negligencia en una esposa por otra
parte bien adornada de virtudes; sin embargo., aquel leve -
descuido ofende los ojos
y
el corazon del esposo. Una rendi–
ja casi imperceptible en un navío no anuncia mucho mal:
con todo eso, si no se remedia c·<Jn tiempo será causa de un
lastimoso naufragio. Es no conocer bien lo que valen
los bienes que
nos
están prometidos , no aplicar el
m~yor
cuidado
a
evitar los menores peligros de perderlos. El te–
mor de los secretos juicios del Señor debe estar
cl~vado
en nuestro corazon todo el tiempo de la vida: él es el prin–
cipio de la sabiduría, él acompaña, y él conserva Ja santi–
dad. Huyamos cien leguas de todos aquellos que preten–
den arrancarnos este santo temor con
pretexto.demas per–
fecta virtud, de mas pura perfeccion. El temor puramen–
te servil es cierto que agravia
a
un dueño que quiere ser
servido por amor. Es injurioso
a
un Dios que prefiere siem–
pre el título de padre
a·
todos 19s .demas. Es indigno de
una alma que tiene tan dulce .y tan continuada exper.ien–
d a de las piedades de su
Dios.
Aq~el
Señ0r que nació en
un establo
y
murió por nosotros en una -cruz, mereée-
rá por ventilra ser mas temido que amado
1
··
Cápite nos,
dice el Apóstol:- tenednos en vuestro cora–
zon. Por lo mismo que. la religion
tiene
tanto domiaio en
nuestras almas ' por lo mismo importa:· mucho que sus
ministros traten
a
las gentes de manera que se conozca
pretenden ganarlas el corazon; pero ganársele únicamen–
te para su eterna salvacion. El pastor desinteresado
y
be–
néfico tiene derecho al amor de su rebaño, y ·no en . va–
no le pretende. Quién se persuadirá
á
qu~
un pastor tie–
ne dentro de su 'corazon las ovejas que están
a
su cuidado,
·
·
si