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NOVIEMBRE. DIA

V.

MEDITACION

Dfi: .LA ORACION VOCAL.

PUNTO

PRIMERO.

C

onsidera que no hay acto de religion mas comun ni

mas ordinario que la oracion vocal; pero acaso tam–

poco hay otro , por el qual sea Dios comunmente ménos

honrado

y

adorado.

Es

cierto que en todas partes resue–

nan

las alabanzas del Señor: en todas se oyen los votos

que se le ofrecen; pero

el

alma

y

el coraz

Qn va

n siempre

de acuerdo con los labios

~

Bien se puede

dec.ir

que

a

la

verdad se reza mucho ; pero se ora

poco~

Au

nque no con–

sultemos mas que al buen juicio ,

a

la

razon

natural,

y

al concepto que se forma de este santo exercicio , quién

podrá ver

a

sangre

fria

la pinguna atencien , las distrac–

cione$ , la tibieza ,

y

aun

Ja

indecencia con que se cum–

ple con él

~

Verdaderamente se puede preguntar , si quan–

do se

reza ,

como tan comunmente se hace, pretendemos

irritar

a

Dios aun mas

~ue honrarle~

Es la oracion vocal

una

conversacion con Otos, en que inti:oducida, por de–

cirlo así , y admitida el alma en el santuario , expone

al

Señor

sus necesidades,. le representa sus trabajos, le des–

cubre

sus tentaciones y miserias : penetrada de los mas

ín–

timos afectos

de

amor , de respeto

y

de reconocimientc;>

a

sus órdenes , y a con

su

confianza ' con sus votos

y

sus

ruegos.

Y

un

acto tan perfecto de religion se deberá redu–

cir á una pura y mera exterioridad

~

Será hacer oracion

a

Dios , distraerse voluntariamente, volver la atencion

con p lena advertencia

~

otra parte, al mismo tiempo

que

se está tratando con

él

1

Por poco que se oyga

a

la fe y

él

la razon podemos ménos de reputar ¡ior una infinita di–

cha la honra y la libertad de hablar .con Dios todo el

t iempo que quisiéremos sin miedo de que nadie nos inter–

rumpa,

sino nosotros mismos, y con

la

confianza de que

siempre serémos bien oidos como nosotros nos

oygamos~

Ya no

es menester subir al monte, ni caminar

a

.Jerusa–

len para adorar

a

Dios en espíritu y en verdad. No · nos

cuesta

ya

tanto la oracion; pues el verdadero culto, por

decirlo así ,

depende

de

nuestra disposicion.

Puede serado-

ra-