NOVIEMBRE. DIA IV.
podía no resistir
a
la gracia: confi ésase que
a
ninguno le fal–
tó
la gracia suficiente para salvarse.; pero
que
no se quiso
usar de ella.
El
atractivo del del_eyte _engañó
a
la voluntad,
y
fué
la pasion superior porque el corazon se puso de acuer–
do con
la
pasion. Ah!
y
qué
~e .
otra manera se viviria
si
se meditara muchas veces esta verdad! Piensa en
ella
con–
tinuamente, y quando es mas violenta ·la tentacion, quan–
do Ja pasion está mas encendida ' pregúntate
a
ti mismo;
quiero
YQ
cond~narme?
Bien puedo darme «¡:ste gusto; péro
el fruto de este gusto pa:>agero será el
ii:ifier~o,
será el --ser
infeliz por toda
la
eter~idad.
Si
de~ermino
libremen'te
pe- ·
car, libremente admito ser condenado.-No hay discurso mas
convincente, ni conseqüencia mas legí.tima.
.
.~
Todo pecado mortal le has de consiaerar
co.mocier–
t~
especie de derecho _particular que a,d·quieres
para tu
r.~
probadon , como un género de
tít.ulo
que te asegura unª
de venturada eternidad. Quánta-s piadosas ·indust: ias discur–
r iéron los Santos para tener siempre .delante de los ojos es-–
ta importante verdad! Unos,
al
verse acometidos de las mas
fuertes tentaciones, escriben estas palabras :
Si cometo este
pecado, consiento en ser condenado.
Otros, ai;rimando la
~a
no
o
los dedos
a
la llama ' se pr:eguntaban
a
sí
mismos ' si
podrían vivir eternam.ente
entre
los ardores sempiternos;
y
otros en fin se hadan familiares este pensamiento
y
esta ver–
dad tan
importi;m~e:
Mi s,alvacion será obra de mi Señor
J esu-Christo
;
pero mi condenacion será obra mia si tengo
la desdicha de condenarme,
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N el
territorio
de
Emesa
en
Fenicia había
un
Señor
muy poderoso, llamado Clitofon, el qual estaba
ca-·
sado con una señora , por nombre Leucipa, nada
inf~rior·
en nobleza
a
su marido. Ambos eran geptiles,
y
no cesaban
de pedir
a
sus dioses con inciensos
y
sacrificios; que los con-.
cediese un heredero para su casa•.
Pero qLJé
pueden
unos
dio-
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2
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