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AÑO
CHRTSTIANO.
Salvador. Aqui -soltó las riendas
a
su ferv0r, entregando–
se
a
la contempladon,
'y a
todos JoS. r,igores
de
la
. peni~
. tencia. ' Gastaba en .oracion Jos dias y las noches, gusmn–
do en la íntima comunicacion con su Dios la dulzura
y
la suavidad de los consuelós celestiales.
Su
ayuno era
ri–
guroso y penpétuo, sin usar otro álimemo que algunas
l egumbres
cmcidias .en agúa.,
6
1a;1gu.nas hierbas silvestres.
E )te
régimen
"0b.servó .hasta la . múerte ·, que fueron mas
-de t re inta- ' años, ·confesando que no era: la menor
~e
sus
-
mort ificaciones la precision de comer; tan mortificado
·
ten.iael·
apetito.
_
, : Ya
no pensabar mas que
·en
viv.ir.des«.onocido
y
reti–
rado en su desierto, creyendo que podia ·ser,. esta su vo–
cacioo.;
no1
obstante
Ja
résólücio'n prÍill'era; pero quería
D ios que fuese util
a
mucbos·,
y
extendió tanto la repu-
·tacion de
su
vii:tud' que concurrió
a
la gruta una inu–
·merable multitud de gente, pidiendole con instancias que
los tomase debaxo de
su
direccion. No podía resistirse
a
la
volun t-ad de . Dios tan_descuqierta el que babia ·.hecho
tan generoso· sacriifido de la, suya, ni ,podia negarse
a
los
·que únicamente le buscaban con el deseo de trabajar
·efi–
·cazmente en
el
importante
negocio
·de s_u
eterna salYa–
·cion ; y asi recibió luego
a
í
seis,
ó
a
s~ete'
pareciendole
·que podia. limitarse
a
este reducido número.
·
La
primera leccion que les dió, fue que tuv.iesen per–
-.petuam~nte '
en la consideración
!f
en•la memoria la ima–
·gen de la muerte ; persuadido
a
que entre todos los exer-
cicios de · piedad ·, que se pueden inventar para hacer
grandes progresos en la virtud'
y
para domar las pa–
siones, el contínuo pensam-iento de la muerte es el mas
eficáz de todos. Mandólos trabajar un'a .especie de bó–
beda,
ó
cementerio para el entierro comun;
y
luego que
se concluyó la obra, les dixo con aquella gracia,
y
con
aquella apacibilidad que le ha(?ian tan. amable:
Herma–
nos, la sepultura ya está abierta; ahora falta quien haga
Jra
dedicacion.
Había entre ellos
un
Sacerdote llamado
Basilio, que solamente suspiraba por la dicpa de ver
a
Dios,
y
arrojandose intrépidamente
a
los pies de Teodo–
sio, le dixo:
ro, Padre, la haré, si me das licencia.
Co–
noció el Santo coa luz
del
Cielo lo qufl babia de
su~eder.;
y
permitió que Basilio se metiese y ·se
~chase
en la
-sepul-
tu-