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118

AÑO

CHRTSTIANO.

Salvador. Aqui -soltó las riendas

a

su ferv0r, entregando–

se

a

la contempladon,

'y a

todos JoS. r,igores

de

la

. peni~

. tencia. ' Gastaba en .oracion Jos dias y las noches, gusmn–

do en la íntima comunicacion con su Dios la dulzura

y

la suavidad de los consuelós celestiales.

Su

ayuno era

ri–

guroso y penpétuo, sin usar otro álimemo que algunas

l egumbres

cmcidias .en agúa.,

6

1a;1gu.nas hierbas silvestres.

E )te

régimen

"0b.servó .hasta la . múerte ·, que fueron mas

-de t re inta- ' años, ·confesando que no era: la menor

~e

sus

-

mort i

ficaciones la precision de comer; tan mortificado

·

ten.ia

el·

apetito.

_

, : Y

a

no pensabar mas que

·en

viv.ir

.des«.onocido

y

reti–

rado en su desierto, creyendo que podia ·ser,. esta su vo–

cacioo.;

no1

obstante

Ja

résólücio'n prÍill'era; pero quería

D ios que fuese util

a

mucbos·,

y

extendió tanto la repu-

·tacion de

su

vii:tud' que concurrió

a

la gruta una inu–

·merable multitud de gente, pidiendole con instancias que

los tomase debaxo de

su

direccion. No podía resistirse

a

la

volun t-ad de . Dios tan_descuqierta el que babia ·.hecho

tan generoso· sacriifido de la, suya, ni ,podia negarse

a

los

·que únicamente le buscaban con el deseo de trabajar

·efi–

·cazmente en

el

importante

negocio

·de s_u

eterna salYa–

·cion ; y asi recibió luego

a

í

seis,

ó

a

s~ete'

pareciendole

·que podia. limitarse

a

este reducido número.

·

La

primera leccion que les dió, fue que tuv.iesen per–

-.petuam~nte '

en la consideración

!f

en•la memoria la ima–

·gen de la muerte ; persuadido

a

que entre todos los exer-

cicios de · piedad ·, que se pueden inventar para hacer

grandes progresos en la virtud'

y

para domar las pa–

siones, el contínuo pensam-iento de la muerte es el mas

eficáz de todos. Mandólos trabajar un'a .especie de bó–

beda,

ó

cementerio para el entierro comun;

y

luego que

se concluyó la obra, les dixo con aquella gracia,

y

con

aquella apacibilidad que le ha(?ian tan. amable:

Herma–

nos, la sepultura ya está abierta; ahora falta quien haga

Jra

dedicacion.

Había entre ellos

un

Sacerdote llamado

Basilio, que solamente suspiraba por la dicpa de ver

a

Dios,

y

arrojandose intrépidamente

a

los pies de Teodo–

sio, le dixo:

ro, Padre, la haré, si me das licencia.

Co–

noció el Santo coa luz

del

Cielo lo qufl babia de

su~eder.;

y

permitió que Basilio se metiese y ·se

~chase

en la

-sepul-

tu-