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ENERO. DIA X.
MEDIT ACION
DE LA FIDELIDAD
Á
LA GRACIA.
PUNTO
PR1MERO.
C
onsidera con qué prontitud ' con qué fidelidad obe–
decieron los Magos la
voz
de la divina gracia,
fi–
gurada por la estrella.
Vfdimus stellam,
&
vénimus.
Ape–
nas se nos descubrió la estrella , quando al instante nos
pusimos en camino. Quántas razones tenian para deli–
berar, para informarse , para asegurarse de la verdad del
hecho
~
Pero quando Dios habla , quiere ser prontamente
obedecido. Tanta deliberacion quando se trata de con–
vertirse, es efectivamente no querer hacerlo. Luego que
Marta dixo
a
su hermana María que el Señor la llamaba,
al instante ' al momento se levanta'
y
dexa
a
los que la.
están consolando , sin hablarles palabra. El que no parte
al momento que ve la estrella , luego la· pierde de vista,
y
al cabo no se mueve.
·Quánta multitud de gente vería la que anunció el na–
cimiento del Salvador
3
Pero en lugar de seguirla, se con–
tentaron con admirar su resplandor , con observar su
movimiento, con hablar de ella como Filósofos,
o
Astró–
nomos. Solamente los Magos , sin detenerse
a
filosofar,
se apHcan
a
obedecerla ;
y
queriendo acreditarse de
ma~
dóciles ql1e sabios, van derechos adonde ella los condu–
ce,
y
encuentran felízmente lo . que -la misma les anun–
cia. Quántas veces ha brillado
a
nuestros ojos la estrella
de la
gracia~
Quánta:s santas inspiraciones? Quántos pia–
dosos movimientos? Quántas voces interiores? Y nosotros?
Hemos discurrido delicadamente sobre ellas , las hemos
admirado; hemos deliberado mucho. Pero concluir? Na–
da. Dios nos ha convidado, nos ha solicitadn, nos ha es·
trechaao mil veces
a
que le sigamos. Y
osotros~
Sin dar
uo paso; sin movimiento.
·
Al fin, Señor,
ya
es tiempo de que lo haga;
ya
quie–
ro dexarme de mis imperfecciones , desviarme de mis
malas costumbres , apartarme de todo quanto desagrada
a
vuestros purísimos ojos. No os canseis Vos de convi–
darme ; haced que· brille de nuevo vuestra gracia: que
desde este
punto
resuelto estoy
a
seguirla.
H
PUN-