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AÑO CHRlSTIANO.
tan santo ; como le llamaba Dios
a
un grado de perfec..
cion
tan
emin~nte,
le estaba siempre inspirando arden=–
tísimos deseos de vida mas retirada. Quando se consi–
deraba en medio del mundo, rodeado de tantos peli–
gros, se llenaba de temor. Las Dignidades Eclesiasti..:..
cas
le pa'recian
tirulos llenos de pesadumbre y de pe–
ligro , y los Beneficios de mayor renta, redes de ma–
yores lazos. Todas sus ansias, todos sus SU <\ piros eran
por el desierto de Grandmont, de que se ha.bia enamo–
rado sumamente. Florecía en él con todo el rigor de la
pri
mitivaobservancia el nuevo Orden Religioso que
ha–
bia
fi.md<:}do San Estevan el año de 1076 , haciendose
· mas estimable el nuevo Instituto por la vida austéra
que praéticaban lo<\ Monges. Guillermo renunció
genero~
samente sus Beneficios y Prebendas, con todas las gran–
des esperanzas que le prometian su sangre, y sus insig–
nes meritos; y cerrando los oídos
a
los engañosos alhagos
de la carne y sangre ·, pidió ser admitido en el Monaste–
rio. Recibieronle como un don venido del Cielo , y des–
de luego comenz.ó
a
portarse con tanta ref¡Ularidad,
y
tan singular edificacion , que admirado el Abad de aquel
prodigio de virtud, no se pudo contener sin alabarle en
un Concilio pleno
a
presencia del Papa Inocencio
I ll.
y
de todos los Prelados, y Padres que habian concurrido
a
él•
.
Disponíase nuestro Santo para hacer su profesion en
el
Monasterio ·de Grandmont., quando el demonio, zelo-,
so de los progresos que habia de hacer el nuevo Instituto
<'On
up
sugeto tan insigne, excitó en el Monasterio tan
furiosa
y
deshecha tempestad, que faltó poco para que
pereciese en ella toda la Orden. Introducido infelízmente.
el espíritu de division en aquella santa Casa, presto obs-,
cureció su resplandor
y
su lustre. Empleó nuestró Santo.
toda su aplicadon, todo su desvelo, todo su trédito,
toda su reputacion, todos quantos medios le pudieron
~mgerir
su sabiduría,
~
zelo,
y
su industria para resti–
tujr
a
ella la paz
y
la
union' que andaban desterradas;.
pero to<lo fue en vano.
Y
viendo en fin que cada dia se
encol]aban mas Jos ánimos
y
los corazones,
y
que
no
po–
día
reynar el espíritu de
Dios
,
donde
no
reynaba
la
paz,
resolvió pasarse al Orden
del Cister,
tan célebre
por