ENERO.
DIJ\
X.
105 ,
tidad conocida. Era Odon hombre de una g.ran pruden–
cia , y de una eminente virtud,
y
se tomó tiempo para
con sultarlo con Dios,
por
medio de la oracion
y
el ayu–
~o.
Al dia siguien te mandó escribir los nombres de to–
dos los Abades propuestos en cedulas separadas,
y
po–
niendolas sobre el Altar mientras celebraba el sacrifici()
de la Misa, hizo
a
Dios aquella oracion de los Apósto–
les, quando
se
habfa de- llenar la .plaza vacante en el sa–
grado Colegio:
Vos, S eñor, que conoceis los corazones de
los hombres,' dadnos
a
entender el que vos habeis escogido:
Declaróse la Divina providencia por nuestro Santo ,
y
todos prorrumpieron en demostraciones de alegría ,
rin–
diendo solemn€s gracias al Cielo.
Quando llegó
a
los oídos de San GuiUermo la n9ticia
de su eleccion, se afligió tanto , que resolvió evadirse, hu–
y
endo ocultamente. No fue posible lograrlo; · pero tam–
poco lo
fue
el vencer su repugnancia. Viendole inflexible
los Diputados de
la
Iglesia,. hicieron recurso al General
del 'Cister,
y
al Legado de la Santa Sede. Mandaronselo en
virtud
de
santa obediencia ,
y
fue preciso obedecer; pero
a
todos se hizo visible lo mismo que
lo
estaba este sacri–
fi cio.
Arrancóse
c()n
increible dolor de sus Religiosos de
Chalis ,
y
fueron reciprocas las lágrimas de unos y de
otros . En Bourges füe recibido como un hombre enviado
del ·Cielo.
Consagraronl~,
y en su Consagracion se le co–
trtunic6 sensiblemente
la
plenitud del Sacerdocio. Reves–
tido de él ., entregó totalmente su aplicacion
a
imitar al
Soberano Pastor
en
toda
su
conducta. Al amor de la so-:–
ledad sucedió el zelo por la salvacion de sus ovejas.
Ví- ,
sító su Arzobispado con tanta caridad, que parecia iba
pegando fuego
err
todas partes. Predicaba , enseña–
ba la doctrina, administraba los Sacramentos, visitaba
a
los
pobres en los Hospitales, consolábalos, socorríalos;
y
haciendose todo
a
todos , ganaba
a
todos para Jesu-Chrisi–
to , sin que hubiese pecador tan obstinado que se resistiese
a
la eficacia de su zelo.
.
Ni su dignidad, ni sus inmensos trabajos le . obliga–
ron jamás
a
remitir en al go sus excesivas'
penitencias~
Nun–
ca dexó el hábito Rergioso ., ni mucho menos el .espírim
de
Monge. Observaba los ayunos de la regla con el mis–
,mo
rigor que si estuviera en el Claustro. No p.robó cooa
de
..