·ENERO. DIA IX.
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poco de anc/iarme
buscando~
No podíais conocer_
que
natural-
1neftt e estaría ocupado en alguna cosa del servicio de mi
Padre~
Como
si
dJxera:
No tuvístes razon para entrar en
· tanco cuidado accrcá de mi persona, sabiendo, como sa–
beis , quien soy Yo, quál es el fin de mi venida, y la san–
t idad de mi ministerio. No ignorais que debo ser el mo–
délo de la perfeccion ,.
y
consjguientemente que debo ha–
cer una v.ida
t~da
nueva.,
t0da
consagrada
a·
Dios, ente–
ramente desprendida , de<la carne-y ·sang·re, una vida
to~
da divi.m.a; que la gloria · de mi
P~dre
debe ser el único
objeto de mis a€ciones, la única regla de ·mi conduéta;
y.
asi en medio,_d(-}1 amor
y
de los respetos con que os miro,
todo debe ceder
a
sus ordefles
y a
su divina voluntad.
.
, No replicaron palabra
·Ma11ía
y Josef-, y conocieron
que no ,habían comprendido el misterio quandq se afügie- -
ron tanto con su ausencia. Salió del Templo el Niño Je–
sus,
y
se vino con sus Padres
a
Nazarét, donde vivió re–
t irado y desconocido ; sin . que se sepa en 'particular cosa
alguna de las grandes acciones de virtud que pratticó. So–
lo quiso se supiese que profesó sjemp.i:e una rendida obe–
.diencia
a
María
y a
Josef, para darnos
a
entender la ex–
celencia de esta importante virtud, que comprelide to–
das las qemás.. Es humilde, es mortificado , es piadoso,
es con tante el que es verdadero obediente.
Añade el Evangelio que conforme iba creciendo en
edad, .iba tambien creciendo en gracia y en -sabiduría.
Es cierto que su alma infinitamente santa, infinitamente
sábia, por la union
a
la persona
d~l
Verbo , no podia cre–
cer mas ni en sabiduría ni en ·grada ; ·pero quiso dar es–
ta bella, esta importante leccion y documento
a
las per–
sonas que tratan de virfüd , advirtit:ndolas que cada
dia deben ir aprovechando, adelantando
y
creciendo en
gracia y en virtud delante de Dios y de los 'hombres; por–
que el conservarse siempre en una medianía, quando ca–
da dia son mayores
los auxilios , degenera presto en
ti–
bieza ., de la qual se
pa.sa
a
la costumbre ;
y
en el ca–
mino del Cielo el que no adelanta, anda ácia atrás.
Vir~
tud que no hace progresos , es como árbol que no .crece,
y
al cabo se seca.
_
.
No es maravilla que no se encuentre
a
Jesu-Christo en–
tre la tropa, porque Dios no
s~
halla entre el tumulto ni
en-