AÑO CHI_lISTIANO.
Josef que
no
corria peligro el Divino Infante,
aunque fue-–
se con ellos. Pero
aun~ue
no tenían ya que temer po par–
te de sus enemigos , no por eso les
fa~
'1'on inquietudes
, , y
cuidados. Rara vez perdian de vista
ciuerido Hijo,
a
quien tan tiernamente amaban; pero
e.
,·
0,
luego que
se
acab'ó la Fiesta, y sus Padres cumpliero.
m
su devo–
cion, se apartó de ellos sin hablarles palabra
-~ .
En igual de seguirlos quando se volvian
~
Nazarét, se
quedó en Jerusalen ; y lo hizo tan secretamente , que no
entt·aron en cuidado hasta despues
de
un dia de. jornada.
Est_a aparente inadvertencia ·no. füe olvido de un Hijo que
amaban mas que
su
alma; antes bien fue efeél:o del ele–
v.a.dísimo concepto que tenian formado de su sabiduría Di–
vina. Desde luego ·se persuadieron que se habría separa–
do de ellos para mezclarse en la tropa de los demás cami–
nañtes, pbr motivos superiores que·
no
les tocaba: exami–
nar. Buscaronle· ácia la ·noche entre los parientes, ami–
gos
y
conocidos ; y no hapando razon ni noticia de
él,
es
facil
considerar el cuidado y el dolor que penetraria
sus amantes corazones.
.
. · Resolvieron volver inmediatamente
cr
Jerusalen, per–
stiadidds
a
que pues no estaba con ellos, le hallarían en
el
Templo~
Con efeél:o al cabo de tres días le encontra–
ron en él , sentaQ.o entre un corrillo de Doél:ores en
una
de las galerías
o
corredores que volaban al rededor del
mismo Templo, donde solian juntarse los Doél:ores de la
Ley. Alli estaba el Divino Niño enseñando
a
los Maestros
ton lo que
~es
preguntaba, con lo que les respondia, y con
la modestia y humildad con que todo lo executaba. Oía–
los,
y
los hacía preguntas, como si tuviera necesidad de
aprender.
Qu~ndo
hab!aba'
a
todos admiraba su
prude~cia, su eficacia, el acierto de sus respuestas,
y
la soll-
déz de' sus discursos.
·
1
·
•
Sorp~endi~ro~s~ ~gradablemente
San
Jos~f,
y
la
San–
tísüna Virgen, quando le hallaron en una JUnta tan
au–
torizada;
y
la Madre , que le hablaba con alguna mayor
li–
bertad
y
confianza, le dixo con una queja amorosa:
Hi–
jo mio, cómo has hecho esto? Pues no conoc.ias que tu Pa–
dre y yo
fé
habíamos. de andar 1buseando con mucho dolor
y
pena?
La
respuesta de Jesus
a
esta amorosa queja no fue
sin
mis~erio
;
f¿ué neqesidad teniais de ·asustaro¡,
ni
tam-
'
.
po-