(
I
4
EXERCICIOS
Diciembre,
r7za
de sus costumbr
, su devocion tiern a,
y
la
r
gular idad in alte rable de
u
nduéta, le h acía n
cada día mas estimable. El Rey no cesaba de hacer
su elógio
en
pr sencia de los Cortesanos; p ro su
virtud le pu o siempre al abrig de la envidia.
El
Rey le
di '
quarto en palacio, en d nde gustaba
de
verle trabajar,
y
de hablar con 'l; per quanto mas
de erca le veía, descubría en
él
mayor virtud
y
may r pruden ia. Pr ndado el Rey de tantas bellas
qualidades quiso atarle
á
su servi io de m d , que
n
le quedára libert
d
para dexarle en ningun
tiem–
p . '
tando un día en su palacio de Ruel, le hizo
venir,
y
1
dixo
qu
le había de hacer juramento
d
fidelidad
obr
las Santas Reliquias.
Al
so lo
n m r de jurament se sobresaltó la deli adez de
su c
n
iencin .
Y
acordándose que Jesu-Christ
ha–
bía pr hi
i
o
á
sus
Di
cípulos todo juramen t
, no
pud
r
1
rse
á
p ner Ja
1
rnno sobre
el
Relicari ,
y
mu
h
men
á
jurar. Señor
le dix
, Dios me
· p r
hi
l
jurar,
p
ro m man
a
gue
s s
a fiel;
esto
me
deb
ba
tar,
y
uestra Magcsrad puede e -
tar
gur qu
le ser'
fi
1
hasta la muerte. Al de–
ir
t
palabr
n
pudo
ontcner las lágrim s.
l
y
nterne
ió
,
y
no qui
instarle mas. San
Ob
n, qu
tenia nt n es tr ce
6
e tor e añ s de
ed d
s
hall ' present
á
ste pa agc,
y
quedó
t
n
pr ndad d
la
od stia
y
pied d de nuestr Sant ,
que
qui
s r d sde entonces n
s lo su amig , sino
tambi n u di
ípul
y
esta amistad tan estrecha
y
tan pura dur
/
t
da la
ida.
are
qu
1
n.
re de la
e
rte había de
alte-
rar
la
in
encia de
Eloy;
pero fue tan
al
ntrari ,
que