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DEVOTOS.

97

citando todos los dgores de la mas pasmosa

peni~

Dia

v.

tencia.

Pero habiendose introducido la relaxacion en el

Monasterio de San TeoB:isto, Sabas se retiró de

él

de todo punto,.

y

se fue al desierto, del Jordán

á

vi~

v

ir cerca. de S. Cerásimo. Aquí fue donde·

no

pudien–

do los detnonio.s sufrir una tan eminente virtud en un

Religio~o

joven de treinta

y

cinco años , que sin

!1a–

ber perdido la inocencia llevaba mas lexos que tQdos

los otros sus austeridades, le declararon una guerra

sangrienta,

y

emplearon todos sus artificios para ver

si podian vencerle,

á

á

lo. menos aterrarle. Se le apa...

recian mil fantasmas horribles; los

t~rribles

ahullidos

con que acompañaban sus in&ultos, eran capáces de

inspirar

terro~

á

los qias alentados. Pero San Sabas,

armado de

la

oracion, alcanzó otras tantas viB:orias

quantos fueron los c

ombates

que

le presentaron los

enemigos;

y

lexos de

acoba.rc\

arse, buscó quatro años

despues una soledad todavía mas. horrorosa, la que

encontró en las rocas de un alto monte,. donde habia

vivido San Teodosio el Cenobiarca. La cueva que

escogió para su celda estaba tan alta,

y

el camino

para subir era tan dificil ,que para llevar el agua que

iba

á

bascar dos leguas de

allí,

se vió obligado

á

atar

una larga soga desde lo alto, para asirse al subir con

la carga. No tuvo alli otro alimento que las raíces

que nacian

á

los

pies

de las rocas ; pero

los

consue–

los celestiales que inundaban su alma , le indemni–

paban

abund~ntemente

de tantos trabajos. Habiendo

unos paisanos visto un. dia aquella soga, subieron has–

ta la cueva delSanto;

y

quedaron

asom~rados

de su

penitencia. Desde entonces comenzaron

á

venir de

G

to-