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SEñOR
NUESTRO.
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fue quando se ofreeio
a
sí mismo. Aquel
a
quienes
la
ley hace Pontífices, son hombres sujetos a en–
fermedades ; pero J esu-Christ es el Sacerdote eter–
no, segun el orden de Melchi edec , siempre per–
feéto ,
e
incapaz de caer en pecado. A mas
de
esto los otros Sacerdotes han sido muchos , por
que la muerte les impedía el subsisti r si mpre ; pe–
r
este
,
como sub iste
para siempre , tiene un
Sacerdocio eterno ;
y
de aquí n ce que siempre es–
tá
en estad de salvar
a
los que por él se encaminaa
aDi
s.
.
(a)
P resta razon, Hermanos mios , continúa el
mismo Apóstol, pudiendo entrar con seguridad en
el Santuario por la sangre de Jesu-Christo, por el ca–
mino nuevo
qu~
conduce
a
la vida'
y
que él nos abrió
por .medjo del velo, que es su carne; teniendo tambien
en él un Pontífice , que gobierna la Ca a de Dios lle–
guémonos
a
é l con. un corazon sincéro
y
con una
fe
p erfeéta. Jeu-Christo ha muerto , ha resucitado , está
a
la
diestra de Dios ,
y
es el mismo que intercede por
nosotros.
(b)
Despues de esto
t.,
quién nos separará del
amor de Jesu-Christ exclama el mismo Apóstol? ¿,Por
ventura será la tribulacion , la angu tia , el hambre,
la desnudéz , los peligros , la persecucio n , la espa–
da
'?
Por lo que
a
m1 toca , añade San Pablo , es–
toy cierto que ni la muerte , ni la vida , ni los
Angeles , ni los Princ ipados , ni las virtude , ni lo
presente , ni lo futur
, ni el poder, ni lo mas alt ,
ni 1 mas ba:xo , ni
tra ninguna criatura n
p drá
separar del amor de
ios , que está fundado en J -
Rr2
s~
(a)
Heb.
10.
(b) R om.
8.