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VIDA DE CHRISTO.
,, nombre de Christianos, que toman de
él. "
Los Tal·
mudistas, l) '.Jo es , los que siguen_ciegamente las opi–
niones del :f'almud , que es un libro en que los Judíos
han recogido todo lo que mira
a
la
explicacion de la
I:iey; los
.Talm?~istas, dig~,
enemigos los mas furio–
sos
y
mas desenca-denados de los Christianos ,
nC>
!
han podido dexar de confesar
J3s
milagros de Jesu-:–
Christo. Su despecñp conrra, nosotros en su mayor
furor nada ha podido contra la notoriedad de estos he·
chos, y se han visto .precisados
a
confesar que el Dio¡
de los Christianos habia pasmadQ
la
tierra con
sus
prodigios.
Hasta los Ernperadores Romanos tan furiosamente
declarados contra los Christianos , cuy'? nombre se
habian propuesto borrar , y acabar con su memoria;
conocieron que
babia algo de divino
en Jesu–
Christo.
Tiberio, informado por el mismo Pilatos
de
los
prodigios que hizo Jesu-Christo en la Siria ,
y
de
to- .
das Jas maravillas que sucedieron en su muerte
y_
tres.
di::is des pues de su muerte, resucitando, como lo habia.
¡Ledichq; lo que estaba atestiguado por una infinidad
de personas ,
y
demost~ado
con unas pruebas incon–
testables : Tiberio, digo , pidió al Senado que Jesu–
Christo fuese colocado entre
las
otras divinidades del
Imperio. Tal era entonces la costumbre de los Roma–
Aos : divinizaban
a
los hombres en qu€ brillaban seña–
les
extraordinarias de virtud
y
de poder.
Ninguno
ha- -
bia
mostrado jamás tantas como Jesu-Christo: las
re–
laciones que se_, enviaban
a
montones
de
la
J
udéa
a
Roma, anunciabao1 cada día
la
infinidad
de
milagros
que habia hecho. Re\isÓ
el
Sen~do
, dice .Eusebio,
eie-