DE VOTOS.
que hab
0
ian dicho las mugeres, y gue él cuerpo
DE PAsQ11A.
no estaba alli.
~Pero
quien sobre unos ·testimo-
·
nios tan débiles b.abia de creer un prodigio tan
es–
tupendo?
QÚaitdo no se tiene sino una fe
déba,
no es
p~sibl~
se
teng~
una esperanza firme ; la esperatt–
za vacíla tien1pré que
.la
fe.
Esperábamos,
dicen,
es
d.ecir
que
ya
no. esperan. Estas pakibras dan
bastante
á
entender , qual era la idea
y
la ·dispo–
sidon de aquellos Discípulos ; se conoce que no
entendían por la redendon de Israél sino la liber–
tad de la · esclavitud corporal;
y
que esperaban
que
el
Mesías'
habia
de
librarlos del yugo
<te
los
Romanos, y
r~stablecer
su antigaa forma tie gó–
bierno.
En
materia de
religio~
las · solas luces
dd
espíritu humano, sin las
'de
la
fe,
dan en mil des–
barros.
·
El Salvador
tuvo
lástima
y
compasion
de
la·fe
moribunda de los dos Discípulos vacilantes. ¡Qué
ciegos estais , les· dixo,
y
qué poco
c«?mprehéncjeis
lo que
.los
l'rofotas dixeron
y
escribieron del
Me–
sías!.
Nonne htEt opórtuit
pa_!j,Ch~is1Úm
1
&
.it~i11·
traf.e Jn glóriam suam?
¿
I~r
veatura, po debia
Chrisro,
~sto
es ,
el Mesías, padecer todo esto ,
y
entrar
en
su
gloria
por el camino de la
tribulacion
y
de la
humillacion?
Los Di.sdpu'tbs ño sabian
como conciliar el
oprobi.o
y la infamia de la Cruz , en que habían ·
. visto
espirar
á
Jesu-Christo, con la Resureccion
y
el
Reyno glorioso
del
Mesías.
Pero el" S;ilvador
les hace ver, que
pues
su muerte no habia
sido
predich\1
mas
.clanvnente por los
Profetas
que su
D2
Re-