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2z

EXERCICIOS

D e

MINGO

Díscipulos que había caído

de

su primacía,

ó

él mis–

mo hubiera podido

cr~er

que Jesu-Christo no

le .mi·

raba

ya

sino como

á

un Apóstata., Para asegurade, -

para consolarle,

y

para hacerle comprehender, dicen

S. Chrisóstomo,

y

S. Gregorio , que su dolor

y

sus

lágrimas no habian sido vanas, hace el Hijo de Dios

que le avisen

á

él en particular de su Resureccion.

Quedaron la-s sa-ntas mugeres tan atónitas de lo

que veían

y

oían, que apenas podian hablar una pala–

bra. Vueltas de su espanto , entran en el sepulcro,

y

le hallan vacío. En esta consternacion se las pre–

sentan dos Angeles; este objeto renueva su terror;

salen del sepulcro ,

y

van

á

decir

á

los Discípulos lo

que han

v-~to.

Pedro

y

Juan corren al sepulcro para

ver con sus propios ojos lo que les decian las mugeres;

éstas los siguen, entran en él los dos Discípulos,

y

no

encuentran sino los lienzos en que habia sido amorta–

jado el Salvador.Atónitos del prodigio, agitado suco–

razon de varios pensamientos,

y

como suspensos en–

tre el dolor yel gozo, entre la admiracion

y

el temor,

toman la vuelta. Magdalena fue la única que se que–

dó junto al sepulcro , no pudiendo resolverse

á

vol–

verse sin saber qué se ha'bia hecho del Cuerpo de su

divino Maestro; su zelo,

su

inquietud, su ardiente

amor

á

Jesu-Christo la ocupaban tan fuer.tememe,

que no pensaba en lo que la babia dicho el Angel.

Ocupada coda del objeto de su amor, se imagina

~ue

se le han hurtado ,

y

quiere buscarle

á

qualquiera

costa ; su impaciencia

y

su inquietud la hacen des–

confiar de sus propios ojos ; cree no haberse hecho

bien cargo la primera vez, vuelve

á

entrar hecha

siempre un mar de lágrimas;

y

hab·iendose baxado

pa-