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EXE RCIC JOS
IV.
DoM.
cío autem,
quia· prinups hujus mundi jam
judí–
catus est.. Adhuc multa háheo
'Dohis dícere
:
sed
non pot!stis portáre mod.o.
Cum
autem véner it
ilk
8pírittu
veritátis, áocébit vos omnem veritátem;
non
~nim
loquérur
a
semetípso
:
sed
qucecúmque áudiet
loquetrtr
,
&
qwe
ventura srmt annuntiáhit
'Dobi.t.
/lle me clarificabit; g_uia de meo accípiet,
&
411·
nuntiábit vobi.r.
.
MEDITACION
DEL
MUNDO.
· PUNTO PRI 'MERO•
C
onsidera , qué es este mundo que se ama
h~s·
ta el delirio , que se teme con ex.ceso ,
á
quien
se sirve con infinitos cuidados, con quien se . con::r
temporíza hasta el escrúpulo. Este mundo , de que
todos se quejan ,
y
que
á
nadie hace justicia ; que
no tiene ninguna á>nsidemcion al mérito , que
llena el U
n-iv~rso
de descontentos
y
d~
infelíces,
y
que• no tiene servid#que no sea su esclavo. Este
mundo , cuyas máximas .ridículas son otras tantas.
l'eyes contrarias regularmente al buen sentido ,
y
opuestas siempre
~
las m,áximas del Evangelio. Si
el mundo
e~
un fantasma, que no existe s.ino en,
nuestra ill}aginacion , ¿no somos unos _locos en su–
jetarnos
á
las fantasías de los
otros
,
.y
en ·hacer–
nos un ídolo formidable de nuestras propiás ideas?
Si el mundo es Ftlguna cosa real ,
<
qué derecho
tiene para imponernos tan duras ieyes?
¿
de quién
·
·
·
ha