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EXERCICIOS

II.

DoM.

de Dios, castigar con el último rigor

un tan

horri·

ble delito , que en su obstinacion encierra , por de–

cirlo así , la malicia de todos los demás delitos.

Dios es infinitamente misericordioso ; es verdad ;

y

esa infinita misericordia se manifiesta bastante eft la

boadad con que recibe

á

los mas grandes pecado–

res desde el instante

en

que arrepentidos se vuelvett

á

él

con contricion

y

con confianza.

No ,

no

se es–

panta Dios, ni del número de los pecados, ni de la

enormidad de los mas atroces deliras , con tal que

halle en el pecador el pesar sincéro

y

sG>brenatural

de haber pecado';

y

ve aqui en lo q\Je resplandece

su gran misericordia. Pero quando ve que la idea

de esta infinita misericordia fomenta en

el

pecador

la

inclinacion

y

la aficion al pecado,

¿

r.to

toca, al

parecer ,

á

la justicia de Dios no usar ya de miseri–

cordia con un tan monstruoso pecador?

Tz4nc invo–

cáhunt me,

&

non exáudiam:

vendrá tiempo en que

invocarán mi misericordia ,

y

no los oiré :

.l'rfane

consúrgent,

&

non in'CJénient me:

(

r) se levantal'áa

qe

mañana ,

y

no me encontrarán.

Señor ,

yo

espér~,

demasiado en vuestra

bon–

dad , y tetngo una

1

:a

demasiado justa de vuestra

misericordia, para que no me suceda jamás tal desgra...

da. Sí , Dios mio ; vos sois misericordioso,

y

por

e.so

me vuelvo ,

á

vos ahora mismo ;

y

pues el deseo

que tengo de convertirme , es un efeél:o de esta

misericordia, espéro no abusar de ella • difiriendo

mi

conversion un solo momento.

JA-

(r)

Pro'1J.

J.