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EXÉRC1CIOS
II.
DoM.
bo ,
huye
y
abandona al
furor
del lobo las ovejas
q·~e
debia defender; huye, añade el Señor, porque
es mt:.rcenario,
y
no lleva cuenta sino con su perso–
na
y
su interés,
y
de ningun modo con
el de las
ovejas.
.
·
¡
Qué de importantes lecciones
en
esta simple
~legoría
!
En ella se pinta Jesu Christo
á
sí mismo;
pero no
es
menos viva_
y
natural la pintará que
nos hace de les falsos
Do~ores
,
y
de los malds ··Pas–
tores.
El
buen Pastór da su vida por sus ovejas , se
expone
á
rodo·s los riesgos por salvar su rebaño,
sufre las incomodidades de las estaciones , no hace
taso del hambre
ni
de la sed ·' _con tal que apacien–
te
su rebaño-. Jesu-Christo todavía llevó
á
mas alto
grado su solicitud, No contento con haber sacrifica–
do su
reposo
y
aún su
gloria ,
se
ofreció sobre
la
Cruz
á
su
Padre , como una víélima , . para redimir
con
s'u
sangre
y
con
el
sacrificio de su vida unas ove
4
jas,
que habiendose descarriado , estaban
á
merced
del
lobo , baxo el poger del demonio. Este divino
Salvador , dice San Gregorio ,
no
contento con ha–
ber dado su vida por
su
J~baño,
quiere todavía
ali–
mentar
y
saciar con
su ·
opia
ca.melas ovejas
que
ha redimido, y nada omite por su salud. Ved aqui
el retrat©
y
el modélo del verdadero Pastór ; muy
d-iferente, sin duda,
del
retrato
del
mercenario
y
del
ladron. Este, dice Jesu-Christo, no entra dentro
del redíl , sino para hurtar, para degollar
y
des–
trozar:
Fur non venit nisi
11t
JureÍur
,_
&
ma11et,
&
perdat.
El mercenario no usa de modos tan violen-
tos ; pero no daña menos al rebaño. Como no busca
sino su propio
interél~;
como no da oídos sino
á
su
pa-