DIA V.
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con precipitada fuga.
Q~1iso
la
irrit,1dá
nmget: vengar
el
des–
ayre de su ciega pasion , levantando al Santo la mas sen–
sible calumnia ; pero solo sirvió para hacer mas vergonzo–
sa su confusion , y mas gloriosa
la
reputacion de Vicente.
A
esta victoria se siguió otro nuevo ataque. H1Hó modo
de entrar , y esconderse en la Celdil!J.
del
Santo una infa–
me muger pública : entró en ella Vicente , sin saber lo
que en ella se ocultaba : hizo su acostumbrada oracion,
púsose
á
estudi~r
serenamente, quando de repente salió del
rincon donde draba escondida aquella mala n1uger , llena
de desenvoltura. No se evitaba el escándalo con la huida;
y
lleno el castÍsimo Vicente de uiu gran confianza en la
misericordia del Señor , la habló con tanta fL1erza , y con
tan divina ·eficacia, que al punto la convirtió : lloró ,
gi"-
111ÍÓ ,
aA.igióse:
y
naciendo su dolor de un sincerísimo ar–
repentimiento , edificó tanto en adelante
á
toda la Ciudad
con el exemplo de su fervorosa vida , como ántes la ha- ·
via escandalizado con la disolucion de sus desó.rdenes.
El
año de
3
uerto el Papa Clemente
yn.
SLlce-
dió aquel grJnde
Ci~
il ,
en
el
g¿.1al
fué
nolinbrado por
Papa en Aviñon
el
Gardenal Pedr.o de Luna , que tomó
el nombre de enedicto
IH-
miéntras Bonifado
IX. ,
su–
ce.sor de ·urbano
VI. ,
ocupaba la Santa Silla de Roma.
No havia un año , que
el
Santo estaba de vuelta en Va–
lencia , quando Benedicto le llamó
á
A
viñon , le hizo su
Confesor ,
y le'
nombró por Maestro
d.elSacro Palacio.
Todo lo que tenia sonido , ó ayre de Dignidad era
tnuy contrario al genio del humildísimo. Vicente ; pero
creyendo , que oía la voz del verd:1dero Viqrio de
J
esu–
Christo en un hombre á quien España , y Francia reco–
nocian entónces por legítimo Papa , obedeció , auQque con
un
vivísimo dolor de ver el escandaloso Cisma, que afli–
gía ,
y despedazaba
a
toda la Santa Iglesia. Era tan difi-
• cultoso , y estaba tan obscurecido el derecho , qne todos
los concurrentes pretendían tener al Pontificado , que fué–
ron muy excusables muchos ,
y
grandes Santos , que en
aquel tiempo se declaráron de buena fé por diferentes par–
tidos. Pero no fué inútil la asistencia de nuestro Vicente
L
2
cer-