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DIA V.

83

con precipitada fuga.

Q~1iso

la

irrit,1dá

nmget: vengar

el

des–

ayre de su ciega pasion , levantando al Santo la mas sen–

sible calumnia ; pero solo sirvió para hacer mas vergonzo–

sa su confusion , y mas gloriosa

la

reputacion de Vicente.

A

esta victoria se siguió otro nuevo ataque. H1Hó modo

de entrar , y esconderse en la Celdil!J.

del

Santo una infa–

me muger pública : entró en ella Vicente , sin saber lo

que en ella se ocultaba : hizo su acostumbrada oracion,

púsose

á

estudi~r

serenamente, quando de repente salió del

rincon donde draba escondida aquella mala n1uger , llena

de desenvoltura. No se evitaba el escándalo con la huida;

y

lleno el castÍsimo Vicente de uiu gran confianza en la

misericordia del Señor , la habló con tanta fL1erza , y con

tan divina ·eficacia, que al punto la convirtió : lloró ,

gi"-

111ÍÓ ,

aA.igióse:

y

naciendo su dolor de un sincerísimo ar–

repentimiento , edificó tanto en adelante

á

toda la Ciudad

con el exemplo de su fervorosa vida , como ántes la ha- ·

via escandalizado con la disolucion de sus desó.rdenes.

El

año de

3

uerto el Papa Clemente

yn.

SLlce-

dió aquel grJnde

Ci~

il ,

en

el

g¿.1al

fué

nolinbrado por

Papa en Aviñon

el

Gardenal Pedr.o de Luna , que tomó

el nombre de enedicto

IH-

miéntras Bonifado

IX. ,

su–

ce.sor de ·urbano

VI. ,

ocupaba la Santa Silla de Roma.

No havia un año , que

el

Santo estaba de vuelta en Va–

lencia , quando Benedicto le llamó

á

A

viñon , le hizo su

Confesor ,

y le'

nombró por Maestro

d.el

Sacro Palacio.

Todo lo que tenia sonido , ó ayre de Dignidad era

tnuy contrario al genio del humildísimo. Vicente ; pero

creyendo , que oía la voz del verd:1dero Viqrio de

J

esu–

Christo en un hombre á quien España , y Francia reco–

nocian entónces por legítimo Papa , obedeció , auQque con

un

vivísimo dolor de ver el escandaloso Cisma, que afli–

gía ,

y despedazaba

a

toda la Santa Iglesia. Era tan difi-

• cultoso , y estaba tan obscurecido el derecho , qne todos

los concurrentes pretendían tener al Pontificado , que fué–

ron muy excusables muchos ,

y

grandes Santos , que en

aquel tiempo se declaráron de buena fé por diferentes par–

tidos. Pero no fué inútil la asistencia de nuestro Vicente

L

2

cer-