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DI A XXIV.

413

rmi

viro,

Virginem

'as!am

e.xhi–

INre

Christr;.

otrbs ,

porque he

promet ido

á

Je–

~u-Christo

presentaros

á

él Santos,

como una

Vírgen

casta

á

su úr.ico

Esposo

(*)·

RE FLE X1ONE

S.

Non enim qui ulpsum commendat ille probatuJ

e-t:

sed quem Deus commendat.

No es espíritu aprobado el de

aquel , qrle él mismo se recomienda,

y

se abba

á

sí pro–

rrio, sico el de aquel

á.

q

1ien recomienda,

y

alaba Dios.

No obstante ser el mundo tan inj :1sto en sns jnici8s, no

puede ménos de jLlstificar la verdad de este oráculo, p!les

no sabe tratar sino con

el

mayor menosprecio

á

los

que

se engrélndecen,

y

se alaban

á

sí mismos. Entre todos los

vicios ninguno está mas desacreditado

qtie

el

orgullo :

y

aunque

el

1nundo esti lleno de hombres

q

1e solo estudian

en burlarse unos de otros ,

y

en engañarse red procamen–

te , no pued: sufrir a aquellas almas baxas , qne arrastran–

do

siempre por la tierra, solo saben echar polvo .

á

los

ojos , .

y

brillar coi

nn

esplendor aparente ,

y

artificial.

Ciertamente, si los ombres mas diesttos en engañar,

es–

tuvieran bien instruidos del concepto poco fJvorable que

forman de ellos, aun aquellos mismos

que

en la

a ?ar i-~.. n­

cia los adoran , esto solo bastaria para abatir sn necia

va–

nidad ,

y

presuncion ; pero es dificil correg,ir un error

que

ignalmente preocupa el corazon que el entendimiento.

in-

felices de v osotros,

dice

el

Profeta,

que sois sc.bios á

~·ues­

tros proprios ojos

,

ó

que no s/éndolo en los de DioJ

,

que–

reis parecerlo

á

Jos ojos de

los hombres.

Pero

el

org•JJI L) se

alimenta poco en la .realid<1d; conténta-= e con una brillan–

tez

falsa,

y

aparente ; triunfJ. de

b

cred.llidad de los bJe-

nos

(*)

Diéron ocasio;

á

esta segunda carta , <}Ue escribi ó el

A

p6stol San

Pablo

á

los Corint htuS' aquellos falsos

A

postoles' que r or acred itarse

á

sí mismos, alabándose necia ,

y

de

caradame nt~

, no ces:¡ ban de desac re–

ditar al Santo Apóstol. Esto le obli gó á d('clara r e n esta ca rta quánta

era su autoridad, quánto ,havia padecid·o por Christo,

y

la pureza de

su doctrina.