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1
A
XIV.
po
á
que solicite el perdon ; ¿pero qué se podrá
esp~rar
de un reo de lesa Magestad divina , que pudiendo conse–
guir el perdon, persevera
voluntariament~
en
pecado mor–
tal
?
~No
es éste 1ni retrato ?
2
Pues quál será
mi
paradero?
PUNTO SEGUNDO.
Consider~ qL~e
el estctdo de pecado mortal es el
mas
infeliz de todos los estados; porque miéntras está en él
eJ
pecador, haga lo que hiciere, el pecado desttuye el mé–
rito de todo
á
los ojos de Dios. Aunque hiciera tnilagrosj
dice el
Apó~tol
San Pablo; aunque tuviera tanta fe, que
con ella mudara los montes ·de
un
sitio á otro; aunque
repartiese toda mi hacienda entre Jos pobres ; aünque,
entregara mi cuerpo á las llamas para ser· reducido á ce–
nizas ; si me faltara la caridad ; si no estuviera en
gra~ia
de
Dios, en v no trabajaría : de nada me serviría para el Cie–
lo todo quanto padeciese; porqüe el estado de pecado mor:..
tal
es un estad
de muerto.
~Pues
el
muerto cómo puede
hacer acciones de vida
~
y
las que no son acciones de vida,
(de qué sirven
ara la eternidad?
.
El pecado ,rnortal reduce al h0111bre
á
ser .nada en
el
órden de la gracia:
Charitatem autem non habueró, nihil sum..
Pues
ex nihito nihilfit
,
de la nad
a, nada se puede haGer.
¡Buen Dios! ¡qué pérdida es la que
hJ.ceen vida un pe...
cador! Jamas le estimará Dios nada
de loque hace
en
pe~
cado mortal.
En tanto son meritorias nuestras obras para
la
eterni–
dad , en quanto son consagradas ,
y
condignificadas por
J
esu-Christo. Para esto es tnenester estar unidos á Chdsto por
n1edio de la caridad: miéntras subsiste esta union , comunt–
ca mérito,
y
virtud particular á nuestras obras ; pero cor–
tada esta comunicacion por el pecado , quedamos como
1armientos secos , separados de la vid , inútiles, sin pro–
vecho , sino para arder en
el
fuego eterno. Los vástagos
de la vid solo llevan fruto quando estan unidos á la cepa.
¡O
qué
bien conodéron
los
Sántos esta importante ver–
dad!
¡O
qué
bien se aprovecharon de ella! ¡Qtté no
hidé-
Hh
ron,