A B R 1
L.
MEDIT ACION
Del camino de la salvacion.
P U N T O P R I M E R O.
Considera que de solo
el
Salvador del n1unJo poden1os
aprender quál es el verdadero camino de
la
salvacion. Qual–
quiera otro Maestro nos descaminad. No hay otro cami–
no para
el
Cielo que
el
que él
tr~zó
, y todos los San–
tos siguiéron.
~
Quál es , pues , 'este camino real , der-echo,
y
seguro que lleva á la
vida~
Una senda estrecha
y
cer-
·rada al amor proprio,
y
á
los sentidos, en la qual se aho–
ga la vivacidad
de
las pasiones , nacen las cruces natnral–
nlepte, y se despoja el hombre viejo de sus malos hábitos.
Este es aqnel moral que nunca
fué
del gusto de los
mun–
danos, porque condena sus diversiones ,
y
sus máximas.
El
camino de la salvadon es camino de penitencia,
y
de humillacion: en él se abate el altpa hasta su nada; piér-
, dense de visra aquellas almras que estan cubiertas de nie–
blas , ó de nie v-es ; camínase al abrigo de
una
apacible
son1~
bra,
y
no se halla otra comida que el fi-nto de la
Cruz,
amargo al paladar, pero substancial,
y
n1uy provechoso
para la salud del alma.
Este es aquel 1noral que reprime la orgullosa libertad
del entendimiento , poniendo freno al licencioso desórden
del corazon ;
~ el
que aprieta extrañamente á la concu pis–
:cencia; reduce
á
muy estrechos limites al interes,
y
arre–
gla
las
costumbres al nivel de las puras máximas del
Ev~n
gelio. Este es el que no entiende de lbon jear á nadie , ni
n1ucho ménos sabe qué es aceptacion de personas: no ,con–
fundc
á
la verdad
Jos
estados, las edades ,
ni las
condicio–
nes ; pero guardando
la
debida proporcion , todo lo gol
vierna por un mismo sistema. La n1odestia en el trage,
la
frugalidad en
la
comida,
la
moderacion en los pr oyec–
tos , la afabilidad ,
y
la ig llaldJd en el trato,
y
en el ge–
nio son los prüneros principios :invariables de este moral.
En