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E11ero.
todas las paí!ones. Qge es
ttn
con
ji.meo
de todos los
pe–
ligros, que
~s
un c9mpendio de rodas las tentaciones; ·
'lue todo es ,.precipicio, todo es veneno: los menéos,
los .iníl:rumenros, los objetos , las converfaciones,
la
concum~ nc i a
de hombres
y
mugeres, empefíados como
de apueJh en agradarfe , en parecerfe bien los unosª·
los otros ; que codo <;oncurre
a
fofocar
la
piedad)
a
alucinar
el
~(p i rím ,
a
encamar al corazon; que no
hay
cofa mas comrai-ia <\l efpirírn del Chrifüanifma.
De~
cidles, decidles rodas eíl:as Cathólicas verdades ,
y
ve–
réi? con
q.t.H~
iodign<
\ci.onos.
efcu ha.n, con
qué
defpre·
cio
os
oyen ;
y
los Jn as templadas con qué satyras
con qué apodos,
con
qué inveétívas, con qué burla.
os recjben. Como os trata rán
do
Reformador con
R
grande;
del
gran
Theó!ogo ,
del
gran
Moralí.íl:a.
Y
como no
os
ve1
1
éis de
pol
v0 emre fus muupuraciones,
y
aun enrre fos calumnias.
AG
eran menofpreci aidas en otro tiempo bs faht..–
Clables advertencias , el Moral de los Santos Parriarcas
de la Ley anrigua. Pero qt1ando
fe
comenzaron
a
obf–
curecer aquellos dias claros
y
ferenos ; quando el Cie,.
lo irritado comenzó
a
de(gajarfe en torrentes; qulonda
el mar enfu recido no reconocia
ya
términos ni límites¡
quando b s aguas del diluvio'· inter ru mpiendo los
en·
trerenimiemos
y
los guíl:os , llevaban
d
efpanro con
I..i.
muerte hafla las cim:ts de-
las
mas ai ras
montañas~
pregtmto, fe penfa ba enwnces que las opiniones, que
el
Moral de los Patriarcas havia íido excefivamenre
rígi~
do, que fus decbrnaciones havian fido efpant:ijos? Cr
í a~
fo
enronces qu ha ian condenado injufbm nre la
ocio~
fidad perdu r:ible , la delicadez.a io[ufrible , la
profani~
dad
fin
Hmire, los ju
gos
'ÚA
t
' rmino, los d sÓJ·d nes
li-