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~)
II.
D1os
ha celcb•·ado un pacto solemne con el
Pei'Ú, El lo a•·•·ancó de las tinieblas de la idolatría.
lo escojió como
en
oh'o tiempo
á
lst·ael ,
vivifi~
cándalo con el saoto bautismo , enriqueciéndolo con
todos los dones de una tierra benJita,
y
despues
de
sacat·lo de su ·antigua servidumbre·, de concedca·le los
bienes de
la
libel'lad
y
colocarlo en el rango de
las
naciones ; quiere aun dal'le mayores p1·ucbas
de
su
bondad. Le promete hacer dichoso cual
á
ningun otro
pueblo; pero le impone ciertas condiciones indispen–
sables pa1•a sm·lo. El Perú, pues, debe caruioat• bácia
la
felicidad, porque
éste
es
el
ñn á
que su Dios Jo
llama;
mas para JIQga•·
á
éste fin, le es preciso
QO"'
nocer ante todo cual seá la {eUc¡dad p1·omelida ,
y
cuales
1
~ 0~
de obtenerla •
...........
~~s a~éos,
guindos
por si
solos, hacen
consistí
'lid
en
el pode.l'io de
~os
armas, en
la
abttodancia de sus tesoros, en el caudal do su ot·–
gullosa ciencia, en la f•·uicion de brutales placeres.
Nécios que buscan la vida en el polvo del sepulcr·o.
El Perú guiado por Dios:cvmo una nacion cristiana.
esper·a
que
su palabra lo ilumine cual
ú
un vinjei'O
perdido en rf'jiones teneb1·osas
que
busca con ansia
su
destino;
y
la
palabr·a de
Dios
viene,
y
la
palabra
de Dios le eosefia que la sólida felicidad de un pue–
blo
no
es ott·a cosa que aquel estado de vel'dadero
reposo, de paz pt·ofunJa, inalterable, que uno de los
mas g1·aodes jénios de la iglesia llamaba
tranquilidad
del
ó1:den
y
que los santos libl'os nos han representado