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-154-

sl'ipíer~n ~l

caso; pues

la

proforia de Fray Mariin moribundo;

lli

e11fcrmedad mortal del Religioso, la apariciun entre sueños

ascgutamlole en el la el Siervo <le Dios quedaba sano,

y

el recor–

dar entetamenfe lib1'e

de

tan peligroso mat, son circunst:mcius

~ue ,. P~rsu~den

la realidad del ,procjigio.

Despues de

algun~s

añbs sucedferon dos casos seme1antes

al

anterior,

'y

son los

s1-

~uientes.

.

.

.

Habiendo enfermado gravemente de fiebres en )a· cmdart

de Truj\llo, el

P.

Fray Jacinto de los Olivos, Dominicane, se

agravó tanto una noche, que temiendo no amanec:cr con 'vida,

ímpl<?r<?

1(1

auxili<> del Cielo.

Y

acordandose de la ardiente ca–

ridad ile Fray Martín con los enfet'mos cuando vivia, y de

110

que

socorría despues de muerto á los que le clamaban; le suplicó!

lo

auxiliase en su conflicto. Durmiose;

y

se le representó el Alta1·

mayor de la Iglesia, delante del cual oraba Fray Martili hinca- .

do de rodillas; que elevandose llste en el aire hasta igualarse con:

el sitio donde se c·oloca la custodia, continuaba su oracion

po

r

ún rato; que bajando •despues hasta el presbiterio, se le ncer.cl!–

J:ia y ilecia con mut:h'd dulzura:

"No

se afüja, Dios le dará

s~

lud;'"

y

qu'e dichas estas palabras, habia desaparecido. Despertó lue·

go,

y

que'do sano:

·

·

Enfermó de muerte Fr. Frnncisco Cipriano de MediDa

tintes de ser <Íbispo; y habiend0le desahuciado los médicos, le

:Íconsejaron los •llléliginsos que ocurriese

á

la protecciO'n .de

Fh1y

Martín, y el

P.

M. F. Gaspar 8aldafü1 le dió un Rosario

9ue siempre hubia llevado éonsigo el Siervo de Dios. Colgos'!–

lo al cuello Fray Cipriano con mncha devocion

y

confianza;

y

l\allandose de noche m1iy molestado de un agudísimo rlolor, vol–

'llio la cara

ft

la pared, y vió con sus ojos corporales al Siervo <le

Íl ios

á

los pies de su cama, con las manos dentro de h.1s mangas

del Habito, como lo acostumbraba cuand<> estaba viv<>;y que mi–

i'añdnle se sonreia. Al verle el enfermo. cobró aliento

y

le di–

jo: "Fray Martin ¿donde esta su r:aridad? Embriagado con Dios

'.' en la otra vida, se olvida tanto de mi, y me dcj'a en esta sin

'.' amparo, sabiendo lo c¡ue padezco,

y

qne n" me dan mas tér–

" .mino de vida, que el dia de mañana?"

Fijó entonces Fray

l\fartin los ojos en el enfermo; y sr>nriendose otra vez, le hizo se–

ñas cirn la cabeza, de que no moriria de esa enfermédad. Oyen–

(lo habJ·ar al enfermo los Religiosos que le asistlan,

y

nó enten–

~iendo

lo que decía, porque no estaban innwdiatos

á

su

"ª!1'ª'

é:Pyeron qui". deliraba; pero se arnmbraron viendo 'que desp11es

áé

hal:\er dórmido con tranquilirlacl toda' la nM.l\e, habia amane-

1':ido mejor, y qtfe les mérl ico

¡.,

hallar."nfuel'a de peligro. • "

Como era notoria la estraordinaria virtud del Siervo de